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Site: | Proyecto Elis - Pádel |
Course: | Project Elis |
Book: | Blog |
Printed by: | Guest user |
Date: | Friday, 29 September 2023, 6:39 PM |
Description
Our opinions
Table of contents
- Educación en línea / Online Education
- La bandeja, el pádel y ChatGPT
- The one-letter threat for padel coaches
- Los primeros padelistas en Roland Garros no fuimos nosotros
- Los pelotudos del pádel
- El pádel y los huevos contra la pared
- Pádel real y pádel reel
- ¿Estás de paso o te vas a quedar?
- El rey Midas del pádel
- Simply Padel
- Seba no se va
- Los adelantados del pádel
- Juan Martín Díaz y la cigarra
- El Campeonato de Spain de Pádel
- ¿Vas a empezar a jugar al pádel? ¿En serio?
- Pádel se escribe con eñe. De momento.
- El pádel será olímpico cuando lo diga Groucho
- La primera muerte de un padelista lo puede convertir en un Rolling Stone
- Pádel Gatopardo o el maravilloso mundo de los Ramones
- Pasión y gloria en el pádel
- El 2020 confirma el cambio generacional
- Is padel a sport for frustrated tennis players?
- El pádel, la paja y el trigo
- Bannister, los cuartos de final del WPT Open Alicante 2019 y Obama
- 30 punto 2: ¿una nueva generación?
Educación en línea / Online Education
(Scroll down for the English version please)En nuestro ámbito deportivo a veces se menosprecia la formación en línea porque se supone que nadie puede enseñar, por ejemplo, una bandeja sin una interacción efectiva y presencial en el campo. Sí, pero no. El proceso de enseñanza y aprendizaje tiene múltiples factores a considerar y diferentes estilos de enseñanza que se pueden englobar a su vez en distintos enfoques metodológicos. Además disponemos de diferentes canales para comunicar y conectar con los alumnos, y si hablamos exclusivamente del canal kinestésico seguramente valoraremos más el acto de presencia. Sin embargo, y especialmente en la formación de técnicos de pádel, la formación en línea ha demostrado ser muy útil, mucho más allá de las ventajas económicas y administrativas que muchos consideran en realidad un defecto ("metemos carga horaria en línea y así el curso parece más completo..."). Yo me sumo a esta crítica si la formación en línea se pretende configurar mediante algunos pdfs con muchas páginas que no dicen mucho, unos vídeos más o menos bien editados, y un puñado de cuestionarios de respuesta múltiple. La formación en línea es más que eso, mucho más. Los docentes que lleven adelante el programa de manera real y efectiva, los contenidos y su estructura, los diferentes tipos de evaluación, el feedback, los recursos y las actividades tanto sincrónicas como asincrónicas que se utilicen serán, entre otras cosas, las variables que convertirán la enseñanza en línea en algo útil. He escuchado críticas a este tipo de enseñanza de algunos que la desconocen por completo y se creen que es simplemente "mostrar imágenes con flechas" en internet. Claro, es normal. La tierra es plana. No obstante creo que en nuestro ámbito deportivo la correcta combinación de actividades en línea y presenciales (enseñanza híbrida) es la solución ideal.
En 2009, cuando trabajaba como Director Técnico de la Federación Española de Pádel, impulsé la creación de su campus virtual y comencé a relacionarme con el mundo de la enseñanza en línea en general y con Moodle en particular (Modular Object-Oriented Dynamic Learning Environment). Terminado aquel ciclo seguí manejando este tipo de plataformas y hoy, 15 años después, administro una de ellas en el ámbito deportivo (la mía propia, en padel.proelis.net) y otra en un ámbito educativo más allá del deporte.
Sin embargo, la evolución de la enseñanza por los avances tecnológicos es constante y acelerada y quienes a esto nos dedicamos debemos adecuarnos porque, entre otras cosas, nuestras propias herramientas de trabajo también cambian. Como Moodle, por ejemplo, que es un LMS (Learning Managment System) sostenido por una comunidad tremendamente extensa de colaboradores, la mayoría de ellos educadores activos en diferentes ámbitos, y que es un sistema que supera ampliamente en prestaciones a la mayoría de plataformas simples que, precisamente por su falta de sofisticación, solamente constituyen un complemento sencillo. Y por ello no son las elegidas por las mejores instituciones educativas, como Moodle. Pero incluso en el hipotético caso de que las herramientas no cambien, el uso que hacemos de ellas puede evolucionar, ampliarse y mejorar.
Es por ello que, aunque estudié durante mucho tiempo las opciones que esta plataforma me ofrecía, decidí cotejar mi nivel de competencia como educador según los estándares de la propia compañía matriz y aprender además el uso intensivo y extensivo de sus capacidades. Para ello me inscribí en su curso de certificación como educador Moodle (Moodle Certified Educator). Este programa además se basa en las 22 competencias recomendadas por el Marco Europeo sobre las Competencias Digitales para Educadores (DigCompEdu).
Superado el curso y con esa certificación en la mano puedo afirmar lo que escribí en los párrafos anteriores con algo más de certeza.
En lo que a mi plataforma respecta, sigue fiel a sus orígenes al tratarse de una proyecto abierto a todos aquellos (técnicos, clubes o instituciones) que deseen alojar la parte en línea de sus cursos o cualquier tipo de formaciones específicas de pádel contando con un asesoramiento técnico no sólo en lo que al mundo del pádel respecta, sino también en la correcta presentación de un programa educativo en línea. Si les interesa, por favor siéntase libres de contactarme.
M. E.
Online education is sometimes underestimated in the sports world because everyone supposes, for example, that a bandeja can't be taught without effective on-court interaction. It is not so simple. Many aspects should be considered in the teaching/learning process, since we have different teaching and learning styles that we can, in turn, relate to diverse methodological approaches. Besides, there are different channels to communicate and connect with students. Obviously, if we refer to the kinesthetic channel we would prefer to be in a face-to-face situation. However, and especially in cases like instruction for coaches, online education has proven to be useful in a way that goes beyond admin and economic advantages, although some would consider them disadvantages (you know, 'let's add some online workload so this course appears to be more extensive...'). I do agree with this criticism if online education is based on many heavy pdf docs saying nothing substantial, some nice but empty videos, and a bunch of multiple-choice tests. Online education is more than this. Far more than this. Tutors worried about the program, contents and its structure, different types of grading, feedback, resources, and both synchronous and asynchronous activities will be, among other things, those variables that will transform online education into something useful. I've heard some people criticising this method just because they ignore the subject and believe that it's all about showing pictures with some nice arrows on the Internet. Yeah, cool, and the earth is flat! However, I believe that mixing online and on-site education (hybrid education) is highly advisable for our job in sports education.
Back in 2009, during my office as Technical Director at the Spanish Padel Federation, I set up its virtual campus and got involved with online education in general and with Moodle (Modular Object-Oriented Dynamic Learning Environment) in particular. Once that time was finished, I kept on working with this and today, 15 years later, I manage my own platform (padel.proelis.net) plus another virtual educational campus outside of sports.
Nevertheless, evolution in every area of teaching due to progress in technology is both continuous and accelerated. And those of us who are working in this field should be constantly updating ourselves because our teaching tools are changing. Like Moodle, an LMS (Learning Management System) backed up by a worldwide community of users—most of them active educators in many diverse fields—that has overtaken most other simple platforms. That's why Moodle is the preferred choice for many important institutions and companies. On the other hand, although these tools could continue developing or not, the use of them should evolve, expand, and improve.
This is the reason why, although I studied all the features offered by Moodle for a long time, I decided to check my competency level as an educator against Moodle creators' standards and at the same time I wanted to learn the latest developments in this application. Therefore I registered for the Moodle Educator Certification course. This program is based on the 22 competencies defined in the European Digital Competence Framework for Educators (DigCompEdu).
Having this course already approved and with its certificate in hand I can guarantee what I wrote in previous paragraphs even with a little bit more certainty.
Regarding my own platform, it is still based on its original aim: an open and padel-specific platform for everyone—coaches, clubs, and institutions—who wants to host high-level courses with technical advice both on the digital and the 'padelistic' sides. If you are interested, please feel free to contact me.
M. E.
La bandeja, el pádel y ChatGPT
En los últimos tiempos hemos sido bombardeados por información relacionada con la inteligencia artificial y este chatbot, ChatGPT, que parece ser una gran solución o un gran problema o ambos a la vez, según quién opine. ¿Y qué puede tener que ver esto con el pádel? Ni idea, y por eso me propuse hacer una pequeña prueba.
Lo que se dice —en contra— de este recurso es que «simplemente» recopila información previamente elaborada por humanos en referencia al tema del cual se le pregunta. Y lo que se le reconoce es su capacidad de seleccionar, ordenar y expresar de manera muy adecuada los mejores resultados para satisfacer la demanda de conocimientos que se le ha hecho.
Con estas premisas me propuse consultarle a ChatGPT sobre la bandeja en el pádel. Esta elección no fue al azar por dos motivos. Primero, porque en general se dice que la bandeja es un golpe específico del pádel —yo no lo creo así pero esto no es tema de este artículo— y por lo tanto hay ya algunas cuantas cosas escritas en internet al respecto. Previamente por mi parte lo que yo he podido leer sobre la bandeja es erróneo, contradictorio, vago o incompleto salvo algunas buenas definiciones por supuesto. La segunda razón es que, a pesar de lo anterior, creo que el pádel no cuenta todavía con una vasta base de conocimientos específicos sólida que además se haya registrado en formatos estándares (libros, manuales, estudios, investigaciones, etc.). Estamos en el camino, pero falta bastante amigos padelistas. Con estos condicionantes entonces supuse que la inteligencia artificial mucho no podría hacer, o me iba a sorprender mucho. Pero no me sorprendió nada.
«¿Cuál es la técnica correcta para el golpe de bandeja en el pádel?» le pregunté a Don ChatGPT.
La respuesta comenzó con «La técnica correcta para golpear la pelota en el pádel se llama "bandeja". La bandeja es un golpe defensivo utilizado cuando la pelota viene alta y cerca de la red. Aquí te explico los pasos básicos para realizar una bandeja correctamente:...»
Mal empezamos. ¿Si hago un revés con la técnica correcta debo llamarlo «bandeja»? ¿Las bandejas de Salazar a la reja son defensivas? Y lo de dejar la pelota alta y cerca de la red es un recurso que me hubiese gustado que usaran todos mis rivales, pero los malnacidos se negaron siempre.
A partir de ahí comienzan una serie de párrafos que intentan describir la bandeja más o menos paso a paso pero con una mezcla de errores técnicos y de concepto y frases duras de interpretar.
La primera conclusión sería la de echarle la culpa al malo de ChatGPT, pero no nos confundamos amigos entrenadores. Si lo que se dice es verdad, el chatbot sólo refleja los conocimientos que previamente hemos volcado nosotros al mundo electrónico y con su inteligencia artificial trata de seleccionarlos, resumirlos y devolverlos. Mala nuestra entonces. Porque le jodimos la existencia al muchacho este. ChatGPT respondió a mi pregunta sobre la bandeja como si fuera un estudiante que no estudió para el examen porque se fue de fiesta y que frente a la página en blanco saca el violín para inspirarse y apela a la lírica para encadenar una serie de palabras con las que –quizás— convenza al bueno del profesor para que tenga a bien salvarlo de la guillotina (yo nunca lo hice ni lo volveré a hacer...).
En mi opinión la bandeja no es ni defensiva ni ofensiva (depende) y por lo tanto no la clasificaría según esos parámetros. Por otra parte creo que el indicador técnico más claro en este golpe es que el conjunto del brazo y de la mano tienden a supinar durante el movimiento, mientras que en el smash o remate, viborita incluida, tendemos a pronar (esta es para mí la mayor confusión que muchos coaches mantienen con respecto a este golpe). Finalmente, la bandeja usa principalmente dos de las tres articulaciones del brazo (hombro y muñeca) mientras que en el remate (víbora, side spin, kick, rulo, etc.) se suma el codo, que es fundamental.
Necesitamos que exista una mayor cantidad de contenidos específicos escritos o formalmente presentados y divulgados que nos sirvan para establecer una sólida base de conocimientos para nuestro deporte, en todos los ámbitos en los que sea posible. Y no precisamente para que funcione bien el ChatGPT.
M.E.
18 de junio de 2023
The one-letter threat for padel coaches
This time I'll do it in English for two main reasons. First, it's obvious that padel is one of the fastest growing sports in the world, maybe sharing the podium with pickleball, although pickleball is gaining popularity mostly in the USA. The second is that English is the lingua franca that everyone uses to exchange information among 'padel countries' whose citizens are not native English speakers. Like in many other environments. I've been told that in motorbike racing they use Italian in general due to the massive number of Italians involved in that sport. Maybe the same could happen in padel with Spanish but in my humble opinion, this will only be true with a bunch of words like bandeja, chiquita or vamos!
Another fact related to the development of padel in new countries is—and will remain this way—its link to tennis. Some people will like it, some others will not, but no one will be able to deny it or avoid it. It is about dealing with it, not crying about it.
When these two worlds —padel & tennis— collide several features are affected. Let's focus on the teaching/learning side. Many tennis coaches try to become padel coaches like me and some of my peers did around 35 years ago. This path normally is a nice gentle slope except for one main and powerful yet simple thing: a letter.
I always say that I'm a black belt in committing mistakes. I was a tennis coach, I underestimated padel and I'm not that young any more, so it will be hard to beat my mark on this try-and-fail life of working in padel development.
My advice is short and simple: if you are a tennis coach and you want to become a padel coach instead of adOpting your tennis knowledge, methodologies and resources for your new padel venture, you just have to adApt them. Just change the 'O' in adOpt with the 'A' in adApt, and you'll save a lot of time and money. Believe me.
Last year I was talking to the managers of some padel courses in a certain country about the tests in their curriculum and I pointed out to them that they were testing a tennis game situation on a padel court. This particular situation will never occur in padel. Were they bad tutors? On the contrary, they belong to one of the best teaching organizations I know. Simply, they were using the mindset from tennis. Once they started thinking of adApting (not adOpting), things became crystal clear.
Last month a colleague sent me some presentations from a padel course promoted by a federation from another country. A big one. They were using an 'attack-defence-playing at the back-playing at the net' scheme useful in tennis, but inappropriate for padel.
I'm the living case of a padel coach—back then also a padel pro player—teaching and playing padel with a fixed mindset from tennis. It took me some time and many mistakes to be aware of this issue of the letter 'A' and the letter 'O'. I hope you can avoid this. You're warned!
M. E.
22 de mayo de 2023
Los primeros padelistas en Roland Garros no fuimos nosotros
Podríamos decir que el pádel es un baby boomer y como tal es ambicioso. Aunque también está demostrando que encaja perfectamente con gentes de todas las generaciones, de la X a la Z. El tenis, mucho más longevo, también es para todos los públicos. Sin embargo, algunos en el tenis se están poniendo intranquilos con el desarrollo del pádel. Y del pickleball.
A su vez, algunas voces del pádel se intranquilizan porque aparentemente la Federación Internacional de Tenis (ITF por su sigla en inglés) y también Tennis Europe quieren intervenir de algún modo en el pádel y estos padelistas le reclaman a la Federación Internacional de Pádel que se posicione firmemente en contra de ese «oscuro interés» desde el tenis. Porque suponen que el Presidente de la FIP, Luigi Carraro, es amigo de la idea de aproximarse al tenis. Pero a la vez la ITF se ha quejado de que Carraro y la FIP no han respondido al pacto de entendimiento que firmaron frente al Comité Olímpico Internacional para intentar resolver esa rivalidad. Lo de este párrafo suena confuso porque confusa es la situación. No se preocupen.
Existe una preocupación generalizada, al parecer, en representantes de ambos mundos de la raqueta.
¿Podrán convivir el pádel y el tenis?
Quien esté pensando en responder a esta pregunta pierde el tiempo. El error está en la pregunta. Deben convivir. Por lo tanto la pregunta seria sería:
¿cómo van a convivir el tenis y el pádel?
O, si la prefieren, más institucional:
¿debería haber federaciones de pádel independientes o el pádel debería integrarse como modalidad adicional en las federaciones de tenis?
Algunos padelistas envalentonados podrían añadir:
¿y por qué no el tenis como modalidad integrada en las federaciones de pádel?
A fin de cuentas, en algún país las licencias de pádel superan a las del tenis y en otros tantos lo mismo sucede con los aficionados. Para mí, a día de hoy, esto último sería absurdo por varias razones pero prefiero no desviar el tema.
Volvamos a la cuestión de las federaciones: ¿independiente o integrada? Una cosa son las actitudes, creencias y decisiones de los aficionados y otra muy distinta las de los dirigentes.
En la «rivalidad» planteada entre el tenis y el pádel en el ámbito institucional se mencionaron varios puntos conflictivos, como el sistema de puntuación que el pádel tomó «prestado» del tenis. Las pelotas y los coaches de tenis devenidos en profesores de pádel habrían sido otros reproches, según he podido leer en algún documento.
¿De verdad los dirigentes del tenis creen que objetando el sistema de puntuación del pádel van a conseguir atenuar su desarrollo?, a pesar de que este aspecto podría ser incluso un requisito del movimiento olímpico. ¿O que objetando la similitud de la pelota le están haciendo una favor a grandes marcas que también son parte de su propia tradición, y que deberían dejar de ganar dinero con esas ventas en reemplazo de quién sabe qué?¿O que atenuarán el éxito del pádel reprochando que algunos de sus técnicos de tenis se estén reconvirtiendo al pádel para ampliar su horizonte profesional? ¿De verdad? Yo amo el tenis y espero que sus dirigentes tengan la altura de miras necesarias para entender que el desarrollo de su deporte no debe depender de acciones como estas. A la vez que espero que algunos dirigentes del pádel dejen de cacarear pensando que el tenis es un lobo que se acerca a nuestro gallinero y se dediquen a lo suyo, que es sumar y apuntalar cada vez más avances del pádel.
El tenis moderno es una invención que no deja de ser una derivación de otro deporte, de hecho un ancestro con muchas similitudes con el pádel. Resumiendo: un señor al que se le ocurre transformar una idea existente en algo más popular. Con un enfoque claramente comercial en el caso del tenis, y algo más amateur en el caso del pádel. Pero es que lo mismo sucedió con el pickleball, o con el paddle tennis (ahora pop-tennis) que ya se jugaba en los Estados Unidos, también con diferentes enfoques. De hecho, Althea Gibson, la primera jugadora negra en ganar un Grand Slam (Roland Garros, 1956) fue, antes de incursionar de lleno en el tenis, campeona de paddle tennis en Harlem. Y justamente dos promotores del tenis allí fueron a buscarla para introducirla en el tenis porque querían promover la inclusión en este deporte. Fred Perry ganó 8 Grand Slams habiendo sido antes un destacado jugador de tenis de mesa.
El tenis, el pop-tennis, el pádel, el pickleball y otros deportes de raqueta siguen su camino sin que el desarrollo de uno haya sido fulminante para el otro. El mayor descenso del tenis en su cuna (Reino Unido) ocurrió al iniciarse la segunda mitad del siglo pasado y no fue precisamente por otro deporte, sino por diversas razones, sociales principalmente. Y se recuperó.
Evidentemente que habrá gente que se pase de un deporte a otro, y por momentos será un número importante de gente. Pero las características diferentes de cada deporte harán que haya grupos de aficionados más proclives a practicar uno que otro. Por cuestiones físicas, sociales, o de simple afición o gusto. Incluso por moda. ¿Cuál es el problema?
Hace unos cuantos años en España un dirigente catalán me comentó que algunos clubes de tenis vieron recuperar su masa societaria con el pádel, porque lograron que volviera todo el grupo familiar. La mala noticia fue que tuvieron que admitir la construcción de pistas de pádel. La buena noticia fue que pocos tenistas de tradición se pasaron al pádel e incluso se recuperaron algunos nuevos practicantes. No siempre será así, pero es una posibilidad a tener en cuenta.
El pádel es mi vida. Pero la sensación de darle a una bola de tenis en el centro de impacto con una buena raqueta es inigualable. Y quizás en algunos años me vea más cómodo con el pickleball. No tendría problemas. No debe ser una cuestión de orgullo, ni debe verse como una religión. Al menos no por parte de los dirigentes que deben promover todos estos deportes. Hay muchos puntos de encuentro que se deben explorar pero para ello primero hay que asumir algunas realidades y abrir la mente.
Tuve y tengo la suerte de colaborar con muchas instituciones en diferentes países del mundo y en otros tantos he participado en actividades formativas privadas. Esta experiencia me permite afirmar que la convivencia del padel, el tenis, el pickleball y los que sigan dependerá exclusivamente de las personas que estén detrás, gestionándolos. Y esto, como siempre ocurre cuando hay seres humanos en el medio, puede ser muy bueno o muy malo.
La tendencia profesional al menos en cuanto a la gestión deportiva y a la educación, en varios sitios comienza a girar hacia los deportes de raqueta en general, y no a una especialización hacia una única modalidad.
A veces pienso que si el tenis quiere hacerle un verdadero daño al pádel debería dejar trabajar sin interrupciones a algunos destacados dirigentes de nuestro deporte. Pero es que aún así el crecimiento del pádel será inexorable, afortunadamente. Ya lo ha demostrado.
M. E.
5 de mayo de 2023
Los pelotudos del pádel
Roberto Fontanarrosa fue para mí una de las personas más brillantes de la literatura argentina de las últimas décadas. Si bien él se definía como un dibujante de historietas, sus cuentos y demás contribuciones a la cultura popular argentina ampliaron el horizonte de su legado. A menudo pronunciaba frases brillantes y aparentemente —no estoy seguro , pero no me extranaría— una de ellas fue la siguiente:
«Debido a que la velocidad de la luz es mucho mayor que la del sonido, ciertas personas nos parecen brillantes durante un rato antes de escuchar las pelotudeces que dicen.»
Los que tenemos la oportunidad de viajar hacia las fronteras del pádel, es decir, hasta aquellos lugares en donde el pádel está comenzando, normalmente tratamos con padelistas novatos pero que no son nuevos deportistas. Quiero decir que pueden ser nuevos en el pádel pero en general tienen experiencia en otros deportes, siendo el tenis la referencia más habitual. Jugadores, técnicos, promotores o empresarios de otras disciplinas que encuentran en el pádel novedades interesantes, ya sea porque se divierten, ven un negocio, una ampliación de sus servicios, les interesa el fenómeno que ha generado y quieren promoverlo, o simplemente porque se contagiaron (recuerden que el pádel es un virus).
El tenis, que está estrechamente relacionado con el desarrollo de nuestro deporte en muchos países, es una disciplina que tiene tanto similitudes como diferencias con el pádel. Para mí una de las diferencias más evidentes es que el tenis tiene tradición. Una historia rica en acontecimientos que fue forjando un estilo de entender el deporte, un ambiente, un cúmulo de verdades invariables que pueden gustar más o menos pero que no se discuten. Un respeto por el pasado que alimenta el futuro y que tiende a evitar caer en las mismos problemas cíclicamente, y al mismo tiempo permite preservar la esencia. No digo que sea un mundo ideal y seguro que en el tenis hubo, hay y seguirá habiendo problemas. Como por ejemplo la gran metedura de pata que tuvieron al reformar la Copa Davis, precisamente renunciando a su tradición y confiando en outsiders del tenis. Pero insisto, la tradición ayuda mucho.
El pádel, en cambio, no tiene todavía ese encanto. Lo estamos construyendo supongo, pero todavía no está definido. Esta situación, esta adolescencia, es la que detectan estas nuevas personas que llegan al pádel y se mezclan con nosotros, los padelistas que ya estábamos en este peculiar mundo muy nuestro. Frecuentemente estos nuevos padelistas se sorprenden de los errores que cometemos, de las sentencias que pronunciamos como si fueran verdades absolutas, o de las actitudes que adoptamos. Somos capaces de sorprenderlos en varias categorías: jugadores que se declaran estrellas sin poder demostrar al menos un empate en competiciones oficiales, técnicos Cum laude llenos de certezas, fabricantes de palas —en realidad algunos apenas son vendedores intermediarios— que además inventaron previamente la pólvora y la imprenta, directores de clubes jóvenes pero con vasta experiencia en docenas de clubes con decenas de pistas, o directivos de éxito que además son multipropósito (empresarios, jugadores, árbitros, técnicos, distribuidores y «¡lo que te haga falta, mi alma!»).
A esta gente que va llegando a nuestro deporte, en general, el pádel les gusta mucho. Pero nosotros los padelistas les parecemos un poco —digamos— raros. Pelotudos, según diría Fontanarrosa. La falta de tradición del pádel, la desesperación por tomar la cresta de la ola y ganar dinero rápido, y una pizca de inmoralidad nos llevan un poco en el pádel al Cambalache de Discépolo:
«Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador
Todo es igual, nada es mejor
Lo mismo un burro que un gran profesor
No hay aplaza'os, ¿qué va a haber? Ni escalafón
Los inmorales nos han iguala'o
Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición
Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos
Caradura o polizón.»
En mi libro SimpleMente Pádel comento la anécdota de aquel padelista —que no voy a delatar— que hace años ya sentenciaba:
«El pádel es el deporte que más gilipollas concentra por metro cuadrado.»
Otro síntoma de la falta de tradición es que para colmo en el pádel se nos van sumando personajes que lógicamente descubren aquí, al no haber mucha historia, un lugar virgen lleno de oro y oportunidades. Y los que más destacan entre ellos no son, precisamente, honorables sabios que vienen a aportar su experiencia de otros ámbitos, a pesar de lo que ellos mismos clamen.
Estoy convencido de que con el tiempo podremos mirar hacia atrás y disfrutaremos de una tradición que se irá definiendo con más gente coherente, más material específico de calidad, más proyectos serios. Eso nos permitirá estar a la altura de nuestro deporte. Porque creo que el pádel es mucho más que simplemente nosotros, los padelistas, que exigimos que el pádel ya sea olímpico, por cojones. El pádel merece mucho más que aquello que estamos haciendo con él, como conjunto. La mala noticia es que nuestra tradición solamente llegará con el tiempo, por definición. La buena noticia es que el crecimiento del pádel —hay muchos ejemplos— está hecho a prueba de pelotudos.
M.E.
16 de febrero de 2023
El pádel y los huevos contra la pared
Hace unos días uno de los mejores técnicos de pádel que conozco, Jon García-Ariño, me pasó un artículo que habla del fenómeno deportivo que se empezaría a verificar a partir del sistema noruego de planificación deportiva. Él me preguntaba si estaba al tanto de este tema porque sabe que colaboro con la Federación Noruega en la formación de técnicos de pádel. La verdad es que mi trabajo con ellos es muy específico en cuanto a la formación de técnicos y no tuvimos —todavía— la oportunidad de debatir seriamente otros aspectos.
Pero el tema de aquel artículo que Jon me envió es muy interesante. Habla, en general, de lo que en España se llama tecnificación y en otros países área de juniors, menores, o similar; es decir el camino desde el inicio de la actividad deportiva en niños hasta el alto rendimiento. El artículo también hace un análisis general de la cuestión pero además incluye una serie de preguntas a Tom Farrey del Aspen Institute, un experto en políticas deportivas, en las que se compara el sistema en los Estados Unidos —y su baja ratio de éxito, proporcionalmente hablando— y el sistema noruego, cuyos resultados parecen indicar que la búsqueda de talentos, hasta ciertas edades, no debe vincularse exclusivamente a los resultados en las competiciones.
Esto último parece obvio, al menos en las conversaciones que yo he mantenido en diferentes épocas y lugares con técnicos de diferentes países y con diferentes formaciones. Sin embargo, poco cambia y los indicadores a la hora de tomar decisiones en lo que hace a planificaciones siguen siendo los mismos en la mayoría de los lugares.
Una curiosidad del sistema noruego que me llamó especialmente la atención, mencionada en ese artículo, es la eliminación de las competiciones nacionales, e incluso regionales, hasta determinadas edades. Algo que ya se hace en algunos lugares de España. A cambio, se promueven competiciones locales. En cierto modo, cuando hace ya más de diez años con el propio Jon y el resto del equipo de la Federación Española, y con la colaboración de algunos otros técnicos y federaciones territoriales rediseñamos el sistema de nacional de competiciones de menores, una de las ideas centrales fue esa: promover competiciones locales. En lugar de que los jugadores viajaran a los torneos, impusimos que los torneos «fueran» hacia los jugadores. Para ello se crearon instancias locales y regionales que permitieran atenuar la fiebre padelística que causaba competiciones nacionales con escasa utilidad para un plan de desarrollo coherente. Obviamente, con muchos matices, pero ese fue uno de los ejes centrales de aquel nuevo sistema que, por cierto, contó con el rechazo de no pocos directivos y técnicos «de gran renombre» que cuando tuvieron vía libre para cambiarlo por otro esquema a su gusto simplemente optaron por continuar con el mismo modelo prácticamente sin cambios significativos. Lo irónico es que nosotros sí lo hubiéramos cambiado porque el plan incluía una segunda etapa en el medio plazo.
En aquel artículo, el experto preguntado da un buen ejemplo de cómo no debe entenderse la búsqueda de talentos. Y menciona un símil muy gráfico:
«No sirve arrojar constantemente huevos a la pared para quedarse sólo con los que no se rompan porque esos serán los buenos.»
El sistema debe plantearse de otro modo.
Alguna vez leí alguna analogía sobre la educación donde se decía que para cosechar plantas altas basta con ir al campo, mirar hacia el horizonte y ver cuáles destacan por su altura. Pero mejor sería disponer de un suelo bien preparado para que haya muchas plantas altas. La elección sería más difícil, pero incluso errando tendríamos un resultado aceptable.
En lugar de destinar recursos a la búsqueda de talentos es mejor crear las condiciones adecuadas para que surjan. Para mí la competición es muy importante. Desde el inicio. Es parte del proceso. No así el resultado. La competición puede tener mil variantes. Incluso dentro de un mismo deporte como en el pádel. El simple hecho de mejorar las habilidades es una competición contra uno mismo, por dar un ejemplo. Pero someter el proceso a la exclusiva objetividad de los resultados en las competiciones tradicionales es un error. En las primeras etapas de la tecnificación lo importante es el proceso; será en el alto rendimiento cuando lo importante sea el resultado.
Lebrón y Galán, los actuales números 1 indiscutibles del pádel masculino, son un buen ejemplo. Juan Lebrón siempre figuró entre los primeros de su categoría mientras jugaba en menores. Alejandro Galán no. Juan integró la selección española de menores en varias ocasiones. Alejandro nunca estuvo ahí. Sin embargo, hoy nadie discute que Ale sea uno de los mejores padelistas de todos los tiempos. Y lo que le queda. Hay más ejemplos de este tipo de casos. Esto indica que destacar en menores ni siquiera es una condición necesaria, al menos en las categorías más jóvenes.
Dejando de lado, además, que no todos los deportistas se convertirán en profesionales, y no por ello dejarán de ser deportistas. Al menos cualquier plan que pretenda resultados realmente válidos para un deporte en particular y para la sociedad en general debería considerar el objetivo primordial de captar para siempre a los aficionados, independientemente de que solamente unos pocos se conviertan en los máximos exponentes de esas disciplinas. ¿Qué nos hubiésemos perdido si las experiencias de Galán hubiesen sido traumáticas por no lograr tal vez los máximos resultados siendo un pequeño padelista? Mucho hubiese perdido el pádel (al que no le guste ver jugar a Ale debería hacérselo ver por un especialista).
Conozco casos en los que la frustración a edades tempranas jugó un papel definitivo en la vida deportiva de algunos candidatos y candidatas. Pero esto es un tema muy aburrido ya, por reiterativo. Todos estaremos de acuerdo en el diagnóstico. Quizás no en los planes que pretendan responder a ese diagnóstico.
El pádel es un deporte que está en desarrollo en muchos países y, ya que están en fase de desarrollo, deberían aprovechar para establecer sistemas deportivos que contemplen estas ideas, antes de que sea tarde. Incluso deberían hacerlo «osando» diferenciarse de otros deportes que podrían servirles de modelo. En definitiva, y volviendo a la frase del artículo, tenemos que planificar mejor y romper menos huevos.
M.E.
Pádel real y pádel reel
Amigos técnicos de pádel: ¿tienen algo que decir o tienen que decir algo?
Porque no es lo mismo. Las redes sociales -y en general la tecnología- se pueden y deben convertir sin duda alguna en aliadas de nuestro trabajo como técnicos de pádel. No en vano ya una cantidad enorme de colegas publican regularmente todo tipo de contenidos. Yo también intento hacerlo. Sin embargo, creo que tenemos que tener cuidado de no caer en la tiranía de los tiempos fijados por el marketing digital como si se tratara de mandamientos sin los cuales nuestros aportes serán menospreciados y nosotros condenados al olvido de la comunidad si osamos no alimentar regularmente nuestros reels.
En realidad, quiero referirme solamente a los contenidos técnicos, tácticos o similares que aportan -o eso pretenden- recursos válidos a los aficionados y compañeros de profesión. Porque también están esas publicaciones más orientadas a otros aspectos como la vida de los entrenadores y jugadores, sus viajes, los patrocinios que hay que justificar y cualquier noticia sobre la farándula padelera o similar que no valoraré.
Mi consejo es muy sencillo: si hay algo para decir -léase publicar-, que se diga. Pero si no, esperemos a tener algo de valor para hacerlo.
«-Si no hay nada para decir, ¡no digas nada!»
Porque de lo contrario estaremos en la situación inversa:
«-¡Uy, me toca publicar y no se me ocurre nada! A ver , a ver... Bueno, grabo esto y que sea lo que Dios quiera, total la gente lo comprará de todos modos. Al fin de cuentas lo que importa es la calidad de la cámara, la edición y que lo que yo vaya a publicar tenga muchos likes y esas cosas...»
Seguramente yo estaré equivocado, seré anticuado, o me tacharán de ignorante en temas digitales. Puede ser, ya tengo cuarenta y dieciséis años, pero al menos en ese último campo, relacionado con la tecnología, no creo estar en la prehistoria precisamente. Manejo plataformas de enseñanza en línea desde hace mucho tiempo e intento hacer un uso prudente —escaso, tal vez— de las redes. Dicho esto, sigo creyendo que cuando quien publica es un técnico de pádel que pretende precisamente afirmar su imagen como tal, el valor de los contenidos no puede ser una variable supeditada a la frecuencia de las publicaciones.
A Lincoln, Mark Twain y Groucho Marx se les atribuye la frase «más vale callar y parecer un tonto que abrir la boca y disipar las dudas»; yo creo que con respecto a la publicación de nuestros contenidos los técnicos de pádel deberíamos reflexionar en el mismo sentido.
En las redes es factible encontrar cosas muy buenas sobre pádel, pero lamentablemente hay que reconocer que cada vez hay que dedicar más tiempo a hurgar en el ciberespacio para no toparse con una gran cantidad de tips poco útiles, obvios, dudosos o incluso definitivamente incorrectos. Eso sí, como si los hubiera producido Spielberg.
Claro que esta es una visión subjetiva e incluso mis consejos seguramente serán igual de malos para otros colegas. Sólo digo que, al menos, me tomo mi tiempo para generar contenidos en los que realmente creo, sin fijarme plazos.
Y aquí lo dejo porque se me hace tarde y tengo que publicar un reel.
M.E.
1 de febrero de 2023
¿Estás de paso o te vas a quedar?
Mi hermano es José Luis “el Tata” Echegaray y a veces la gente nos confunde porque además de compartir apellido usamos el mismo peinado. Hace algún tiempo, en una de sus publicaciones aquí en LinkedIn él se preguntaba si nos sentimos -o somos- profesores o entrenadores, y en otra hablaba de la capacitación. Uno de los comentarios, de un colega, contaba una experiencia que había tenido este técnico postulándose para un trabajo en el que en lugar de pedirle una formación adecuada le habían pedido simplemente cierto nivel de juego. «Previas del WPT» le dijeron, o algo así. Interesante, porque así el WPT en lugar de otorgar premios o puntos de ranking podría expedir diplomas.
Llevo muchos años en contacto permanente con la cuestión educativa específica de nuestro deporte. En muchos lugares diferentes y además para diversos niveles. De manera privada o colaborando con instituciones oficiales. Fuera del pádel, participo también en la dirección y gestión de una academia de enseñanza que no está relacionada con el deporte, pero cuyo eje evidentemente es la educación.
Con estas señas y con más años a las espaldas que delante del pecho tengo ya muy clara una cosa en referencia a nuestro ámbito, el de los técnicos de pádel: muchos colegas están de paso, o no han podido dedicarse a algo que les gustara más. Sin más, así de simple. Lo siento, pero lo tengo muy claro. Fíjense que no estoy hablando de nivel de capacitación sino simplemente de realización personal, aunque a veces estas dos cosas vayan de la mano. Incluso puede que esto no sea tan malo como suena; me explicaré más adelante.
¿Realmente pensaste que querías ser un monitor o profesor de pádel o simplemente no pudiste ingresar a aquella universidad y mientras comienza el nuevo curso vas a impatir unas clasecitas para ir cubriendo gastos?
«Total los golpes los domino bastante bien», pensarás.
¿Te sacaste la titulación porque era tu objetivo de vida o porque justo había una convocatoria cerca de tu casa y, ya que estabas con tiempo, la aprovechaste?
«Total, una titulación más en la mochila no vendrá mal», habrás reflexionado.
¿Vas al club con verdaderas ganas de que tus alumnos mejoren esas bandejas o vas a suplicar que el tiempo de tu clase vuele?
«Aunque seguramente estaré mejor en una pista de pádel que como camarero en el bar de mi tío», asegurarás.
Todo está bien, no hay problemas, mientras haya alumnos que paguen, ¿o no?
El pádel ha crecido exponencialmente porque evidentemente es un deporte muy atractivo pero además porque cientos de técnicos podremos haber hecho medianamente bien nuestro trabajo. Incluso aquellos que no se sientan técnicos de pádel. Esta es la parte aceptable del asunto.
Pero incluso muchos de los técnicos que han hecho ese buen trabajo están de paso, insisto. No creen que este sea su puesto definitivo, su rol. No porque sean incapaces de hacerlo ya que a veces son de los mejores que hay. No porque no tengan los conocimientos o las habilidades ya que a menudo les sobran. Pero no lo sienten, y eso no hay curso ni oferta de empleo que lo promueva.
Hace ya algún tiempo me pasó algo curioso. Estando yo en España, y después de haber compartido una buena cantidad de tiempo de trabajo en el mismo lugar con ella, una compañera encargada de la comunicación y que hacía su trabajo de forma excelente me dijo:
«¡Tú jugabas al pádel en la élite en Argentina y yo no lo sabía!; pensé que solamente eras técnico de pádel».
Como me sonó a disculpas inmediatamente le respondí que no había ningún problema. En primer lugar, ella no estaba obligada a ser una paleontóloga del pádel sobre todo porque no hay suficiente información de aquellas épocas, y mucho menos gente interesada en obtener esa información. Pero por el otro lado le dije que yo en realidad me sentía un técnico, no un jugador, o un ex-jugador para ser más exacto. Incluso durante mi época de jugador de pádel mantuve mi vinculación con el trabajo a pie de campo enseñando y lo extrañé mucho las veces que tuve que interrumir esas tareas para asumir otras.
Yo estoy convencido de que nuestro campo de acción como técnicos de pádel no es sólo el deporte, sino la educación.
Colega técnico de pádel, si lo que te mueve es el dinero irás a determinada velocidad y podrás llevar determinada carga. Pero si tu motor es la pasión por enseñar irás más rápido, llegarás más lejos y ayudarás a mucha más gente. Y la consecuencia —no la causa— será que ganarás más dinero. Eso se llama vocación.
M. E.
4 de septiembre de 2022
El rey Midas del pádel
Cuenta la leyenda que el rey Midas convertía en oro todo lo que entraba en contacto con su cuerpo y que de hecho esa fue su perdición al no poder comer ni beber aquello que tocaba. A pesar de esta moraleja sobre la codicia habitualmente nos referimos al rey Midas de cualquier ámbito como a aquel que es sinónimo de riqueza y, por lo tanto, de poder en ese campo determinado. Llevado esto al pádel, ¿quién sería el rey Midas del pádel? ¿Quién multiplica el valor de lo que toca? Yo creo que lo conozco.
Estamos viviendo en el pádel profesional -otra vez- unos momentos bastante inestables, por definirlos de algún modo. Y lo que vendrá. Se supone que todos deberíamos invocar eso de remar en el mismo sentido, de apartar las diferencias, de velar por que el pádel crezca, y toda esa sarta de bobadas que no reflejan ni reflejarán nunca la realidad. ¿Por qué acaso esa armonía nunca ha sucedido y siempre ha habido problemas para coordinar planes, ambiciones, objetivos? Porque detrás de todo eso hay seres humanos. “Los dirigentes de pádel siempre buscan su propio beneficio en lugar del beneficio del pádel”. Estupideces que dicen aquellos que generalizan y que harían exactamente lo mismo si estuvieran en el lugar de sus criticados. Hay gente válida, claro que sí, aunque nadie es infalible. Hay dirigentes para todos los gustos, precisamente porque son seres humanos, con todo lo malo y lo bueno que eso significa. Igual que los políticos, habitualmente criticados por quienes en su día a día demuestran que si tuviesen la más mínima oportunidad de ocupar un cargo simplemente batirían récords de inmoralidad. En mi opinión, lo malo no es que un dirigente o un empresario del pádel no tenga escrúpulos, porque más tarde o más temprano tendrá que sentarse a negociar con alguien similar, pero con intereses opuestos, y algo equilibrado saldrá. No, el problema es que sea un inútil y que por lo tanto no tenga lo mínimo indispensable para ocuparse del desarrollo de nuestro deporte. Claro que si además de inútil es inmoral, la cosa se complica.
El World Padel Tour está hoy ante una encrucijada muy interesante. Terminal más que interesante, dirían algunos. Para mí el WPT ha logrado, sin dudas a pesar de las críticas, convertir al pádel profesional en un producto deseado, mediático, espectacular, masivo. Al hilo del mito de Midas alguno podría decir que convirtió el pádel en oro y que precisamente esa fue su perdición, porque ese brillo atrajo a otros reyes a quienes el WPT no supo anticipar, con los que no supo compartir ese tesoro, o que simplemente buscan ahora, con el pádel en estado de gracia, ocupar su lugar monopólico. Ya veremos.
Muchos dicen del WPT que no han sido sólo ellos los responsables de tales logros. Comparto. La realidad siempre es compleja, y no se debería simplificar para que los fanáticos cierren su mente y ovacionen a unos o a otros. Pero el WPT ha marcado un antes y un después objetivamente indiscutible. Dicen también que se han valido del monopolio concedido por los propios jugadores, «en contra de su voluntad» como afirman los detractores. Seguro que no fue a punta de pistola, ¿no? Aunque tal vez sí a base de talonario. Pero «calavera no chilla», como decían en mi barrio. ¿Ha sido el WPT el rey Midas del pádel? En general, las marcas vendieron más, los jugadores ganaron más y lograron más patrocinios, se vendieron más pistas, más pelotas, etc. ¿Esto fue porque la mano del WPT tocó el mercado del pádel?
Los jugadores por su lado y las jugadoras por el suyo se organizaron en su enésimo intento de asociación. Nunca debieron abandonar esa idea, tuviese la forma que tuviese. No solo porque sirve para negociar unos convenios cada equis años, sino porque podría haber servido para muchas cosas más, de manera constante. En el caso de los chicos, así fue durante el boom del pádel profesional en Argentina, hace más de 30 años. «Los jugadores son los principales protagonistas», «sin los jugadores no habría circuito», «los jugadores deben controlar el circuito», son frases que siempre se empiezan a repetir justo cuando se aproximan las fechas de renovación o cuando aparecen ofertas nuevas. Para mí son verdades a medias y como tales hay que tomarlas con pinzas. Un circuito deportivo profesional coherente requiere muchos actores además de los jugadores y jugadoras. Los organizadores, los patrocinadores, las marcas, las instituciones deportivas, las sedes. Claro que alguien puede decir que, salvo los jugadores, todas las demás partes son reemplazables. Bueno, salvo que comiencen a aparecer más fuentes de las cuales surjan más y más padelistas de buen nivel. No lo olvidemos, comúnmente se llama «desarrollo» en la jerga deportiva, y llegará. Pero, ¿son entonces los jugadores el rey Midas del pádel? ¿Fueron ellos los que con sus jugadas provocaron la erupción dorada del pádel?
Varios actores nuevos, o no tanto, aparecieron en el escenario del pádel profesional en los últimos tiempos y buscaron —¿seguirán todos ellos buscándolo?— un lugar como gestores del circuito. Uno de ellos ha irrumpido con mucha fuerza y de la mano de la Federación Internacional. ¿Será nuestro rey Midas definitivo el poderoso catarí con su empresa QSI?¿O lo será la FIP, o su presidente?
Otros pensarán que el rey Midas del pádel no ha llegado porque todavía el pádel no ha impactado con fuerza en Asia, y especialmente en China donde sí se fabrican ya muchas palas. Tal vez cuando allí se juegue masivamente, otros números se manejarán y otros reyes aspirarán a controlar nuestro deporte. O quizás estemos esperando a un rey Midas estadounidense, porque siempre se dice de ellos que sí saben promocionar, gestionar y dominar un deporte si lo hacen suyo.
En mi humilde opinión, ya existe un rey Midas del pádel. Es arrollador, no se detiene y además se rio, se ríe y se seguirá riendo de aquellos que intenten imitarlo o someterlo. Los destruirá y les demostrará que nadie puede con él. Tiene paciencia porque no tiene apuro y sabe que la mayoría de sus seguidores, que son cada vez más, nunca lo abandonarán. Tendrá cada vez más fieles fanáticos que aportarán oro y más oro. El rey Midas del pádel, amigos, es el propio pádel. No se confundan.
M.E.
7 de marzo de 2022
Simply Padel
This book is a collection of my experiences in different roles in the world of padel.
I participated in its growth as a professional player in the 1990s in Argentina and experienced its development in Spain first-hand as Technical Director of the Spanish Padel Federation.
I was the National Coach for both countries and I am currently developing an educational platform with specific content for this sport. Much of this experience of more than 30 years is summarized in this book as technical or tactical advice, as well as some recommendations to promote the expansion of the sport through proper management; for this, I present some practical suggestions along with other theoretical approaches.
SimpleMente Pádel
(en Español, segunda edición con gráficos mejorados y una nueva sección de infografías)
Este libro recoge mis experiencias en diferentes roles relacionados con el pádel. Participé de su crecimiento como jugador profesional en la década de los noventa en Argentina, viví en primera persona su desarrollo en España como Director Técnico de la Federación Española de Pádel, como técnico fui Seleccionador Nacional en ambos países y actualmente desarrollo una plataforma de contenidos de formación específicos para este deporte. Gran parte de esta experiencia de más de 30 años está resumida en este libro a manera de consejos técnicos o tácticos, además de algunas recomendaciones para promover la expansión del deporte a través de una gestión adecuada y para ello expongo algunas sugerencias prácticas junto a otros enfoques teóricos.
Seba no se va
Guillermo Vilas dijo una vez que los deportistas morían dos veces. Una cuando se retiraban y otra, como todos los demás, cuando toca. Esta frase me impactó tanto que la comenté en mi libro Simplemente Pádel. Nuestro deporte va quemando etapas necesarias. Una de ellas es la de almacenar en la memoria a las grandes figuras. Y la que para mí es la mejor generación de padelistas profesionales, la que vino después de la mía, está ocupando cada vez más espacios en ese olimpo particular del pádel. Por nombrar a dos que ya están ahí, el Bebe Auguste está ahora encargado de un enorme proyecto para el desarrollo de nuestro deporte y Gaby Reca es uno de los entrenadores top que, además, gestiona clubes y otros proyectos también orientados a que el pádel pise firme en muchos lugares diversos. Esto certifica que estas bestias no se retiran, simplemente dejan de jugar al pádel. Los hay quienes se retiran de verdad. Es decir, dejan de jugar y además dejan de hacer cosas grandes por este deporte. A veces porque no quieren, y a veces porque no pueden.
Sebastián Nerone no será otro de estos que se retiran y después comienzan a hacer cosas grandes por nuestro deporte. No, él ya comenzó, antes de retirarse como jugador, a ocupar otros espacios y a hacer cosas importantes. Embajador de grandes marcas (Adidas, BMW, Philips), clinician de gran categoría, imagen del Fuencarral (club tradicional de nuestra historia) y el primer gran comentarista que tiene el pádel.
Para mí siempre habrá tres clases de jugadores retirados en el pádel: aquellos que le quedarán debiendo mucho al pádel, los que quedarán más o menos empatados, y después están esos a los que el pádel nunca podrá compensarles sus aportes. Como Seba. Son los marcadores de tendencias, los que impusieron estilos, los que en silencio nos fueron enseñando a todos qué era y cómo debía ser entendido el pádel. Le dieron forma a lo que amamos, crearon los caminos que otros recorrieron. Seba and company, además, lo seguirán haciendo. Por suerte para nosotros. Así que no, Seba no se retira. Eso sería un golpe muy duro para nuestro deporte. Seba simplemente deja de jugar al pádel, lo cual será duro para él durante algunos suspiros. Nada más. Porque su naturaleza es la garra, no la queja. Es un burro de carga que luchará porque tiene ese deseo interno de hacer siempre las cosas lo mejor posible.
Hace casi exactamente 30 años organizamos junto a mi compañero de juego por aquel momento (Gastón Fumiere), mi hermano (el 'Tata' Echegaray) y otro gran jugador de aquella época (Nito Brea) un campus de entrenamiento en el club La Fábrica de Buenos Aires, uno de cuyos propietarios era precisamente el padre del Bebe Auguste. La experiencia fue muy interesante porque éramos 4 jugadores en plena actividad que nunca abandonamos nuestra vertiente formadora. De hecho los 4 coaches de ese campus éramos además los mejores jugadores del grupo, ya que por supuesto también nos metíamos a la pista. El primer día vi a la distancia (el club era muy grande) hacer unos smashes a uno de los «chavales» que había venido de la mano de Nito:
—¿Ese pibe jugó al tenis, no? —pregunté basándome en mi gran ojo clínico al ver la técnica de esos golpes.
—Nunca jugó al tenis, me respondieron.— A la mierda mi ojo clínico.
—Ah, y ¿cómo se llama? — volví a preguntar.
—Sebastián Nerone.
Más de diez años más tarde de aquel primer encuentro Seba y Gaby me ofrecieron que los entrenara en el inicio de lo que sería el circuito profesional español moderno, por decirlo de algún modo. Todo un honor. Y Seba también integró el seleccionado argentino en los dos mundiales en los que yo fui el capitán. Más honor.
Cuento estas cosas para justificar que conozco a Seba desde hace mucho tiempo, y en distintas ocasiones nuestros caminos se cruzaron por diferentes motivos. Sintonía y respeto mutuo derivaron después en amistad. Por lo que evidentemente estoy describiendo a Seba y a sus circunstancias actuales de manera subjetiva. Pero créanme, habrá Nerone para rato.
En definitiva: los amantes de Nerone extrañarán su víbora. Pero Seba, como mínimo, seguirá siendo el comentarista estrella del pádel. Así que dejará de satisfacer a sus amantes con la víbora para hacerlo ahora con la lengua. Erótico el muchacho.
ME
Los adelantados del pádel
En 2002 tuve la suerte y el honor de ser el capitán del equipo masculino argentino en el Campeonato del Mundo de México. Probablemente aquel grupo haya sido el más sólido de la historia en lo que al nivel de sus jugadores se refiere en comparación a todos sus rivales. Recuerdo que antes de la final le pedí a la organización si podíamos guardar un minuto de silencio porque no hacía mucho -en términos de competiciones deportivas oficiales- había fallecido Javier Siro, uno de los mejores jugadores que ha dado la Argentina. Muy joven. Varios de los integrantes de aquella delegación habíamos vivido muchos años de pádel disfrutando de su compañía o sufriéndolo como rival. Ambas cosas en realidad, porque era un fenómeno en ambos roles.
En un momento de su carrera a Sirito le hicieron un reportaje en el que dijo una frase que quedó, al menos para mí, en el recuerdo: “no quiero un pádel gitano”. Si bien esto puede sonar xenófobo, en el contexto en el que Javier lo decía indicaba que lo que él no quería era convertirse en algo así como un nómada del pádel: viajando para siempre. Hay que tener en cuenta que por aquellos momentos, los del reportaje, el pádel argentino estaba todavía en efervescencia. Viajábamos mucho.
Casi veinte años después de aquel minuto de silencio, ese deseo -que se cumplió lamentablemente para él- describe la realidad de muchos de los de su generación. La diáspora de argentinos desparramados por el mundo padelista es increíble y ahora se van sumando españoles. En diferentes pistas, clubes y emprendimientos de todo el mundo lo hispanoargentino destaca. Normalmente ha destacado en lo bueno, aunque no siempre.
Mi trabajo me ha llevado por casi todos los rincones del planeta pádel y resulta inevitable encontrarse con algún argentino o español al mando de algo relacionado con el pádel. En la historia los adelantados eran, más o menos, los que llegaban primero para abrir nuevas rutas o establecer nuevos dominios. Trasladado esto al pádel, nuestros adelantados son aquellos que aceptaron abandonar su entorno para aventurarse hacia otros lugares, y en la mayoría de los casos fueron técnicos, profesores, coaches, monitores, o como se les llame en cada lugar. Porque los jugadores van y juegan, pero vuelven, en general. Pero el técnico «adelantado» es el que decidió seguir ahí cuando se apagó la luz, y siguió ahí cuando se volvió a encender.
Esta red de gente que a menudo no se conocen entre ellos son los que de manera silenciosa han ido construyendo los cimientos de lo que hoy es nuestro deporte. Y seguirán haciéndolo, sumándose además colegas de otros orígenes, precisamente porque ese Matrix del pádel ha funcionado. Ahora el pádel ha roto la inercia y acelera porque son cada vez más los técnicos que se forman y que además se desplazan para satisfacer esa demanda creciente de profesionales que a su vez satisfagan esa sed de pádel que tienen los aficionados que aparecen en masa aquí y allá.
Pero ¿qué es lo que mueve a estas personas? La necesidad, claramente. Pero, ¿cuál de ellas? Porque lo primero que se nos viene a la mente es el aspecto económico. Pero hay muchos que además tienen algo intrínseco que los mueve a aceptar desafíos, a intentar dejar huella, a descubrir nuevos ámbitos. Esto no es para cualquiera. No son pocos los que han estado ya en varios lugares diferentes. A veces porque los han echado de cada uno de ellos, sí. Pero otras tantas, la mayoría, porque han ido sembrando pádel. Contagiándolo.
Conozco a muchos, y me veo tentado a citar a unos cuantos de estos ejemplos, pero prefiero desafiar a que quienes se sientan identificados lo expresen como un comentario a este artículo, al igual que si alguno quisiera rendir tributo a un amigo o conocido que merecería ser mencionado aquí.
Si sabés lo que son las Navidades por Skype, si te lamentaste por no estar allá cuando te necesitaron o por no tenerlos acá cuando los necesitaste, si pasaste la etapa de no ser ya de acá ni de allá, si te volvieron loco con los trámites, si te hiciste amigo de las dudas y de la incertidumbre, entonces sos uno de los adelantados. Probablemente hayas arrastrado con vos a tu pareja o quizás lo hiciste solo. Tal vez hayas formado una nueva famila con alguien de acá y habrá entonces para siempre sillas vacías en las mesas de los domingos de acá y de allá.
Con todos mis respetos al poeta: padelista no hay camino, se hace camino al andar. Al menos yo, padelista adelantado, te lo agradezco. Porque con tus ganas y con tu garra hiciste grande mi deporte.
ME
19 de septiembre de 2021
Juan Martín Díaz y la cigarra
Esta nota la escribí hace un tiempo pero ayer, después de haber estado sentado en la silla del coach en el partido de cuartos de final del WPT de Valladolid, pensé que era un buen momento para divulgarla.
«Pasa la vida y el tiempo no se queda quieto…», así comienza la canción Volver a empezar de Alejandro Lerner. Y a los que nos gusta esa canción, a medida que vamos cumpliendo años vamos dándonos cuenta de cómo una frase puede ser tan simple y tan potente a la vez. 28 años pasan rápido.
En 1993 se jugó un importante torneo de pádel en Asunción (Paraguay), un año en el que parecía que el pádel comenzaba a despegar más allá de la Argentina. De hecho llegamos a Paraguay después de haber jugado en Madrid (I Internacionales de Madrid en el Club de Campo) y en Toulouse.
«¿Viste que Ale y Roby perdieron con dos pendejos?», dijo alguno durante los primeros días de aquel torneo. «¡¿Qué?!», respondíamos todos. Que Lasaigues-Gattiker perdieran ya era una novedad, pero que además hubiesen perdido en octavos de final era directamente una mentira. No podía ser que esas dos bestias hubiesen perdido con dos desconocidos. Había que confirmarlo, se necesitaban pruebas. Era imposible que dos chicos de Mar del Plata sin mayores referencias les ganaran. Juan Martín Díaz y Leo Padovani no podían hacer eso. No estaban a la altura. Era una falta de respeto y de consideración hacia los reyes de esa época. Yo supongo que no eran conscientes de lo que hicieron porque en la siguiente ronda les ganaron también a otra pareja casi igual de fuerte: Mariano Lasaigues y el Bebe Auguste. Afortunadamente y justo a tiempo se les pasó el efecto de la pócima que habrán bebido aquella semana porque en semifinales perdieron contra el Mago Sanz y un servidor. Con alguna bola de partido a favor de ellos, y por eso digo lo de justo a tiempo. Menos mal.
«Si le dejás la bola corta al de revés (Leo) te la baja a mil con dos manos y te manda al gastroenterólogo». «El de derecha (Juan) es un zurdito que está loco y no tiene idea de pádel; juega todos tiros de tenis y las que te gana son de pedo (suerte, en la jerga argentina)». Se nota que éramos sabios del pádel.
«La cancha es rapidísima y por eso le pegan de todos lados, pero en cancha lenta no ganarán un partido», decíamos con total seguridad de que conocíamos el futuro. «Parecen buenos pibes».
Éstas eran algunas de las cosas que se decían en esos momentos después de que se hubiese roto el statu quo de resultados habituales.
Casi treinta años después de aquel torneo Juan Martín Díaz, el segundo más ganador de la historia de este deporte pero quizás el más apreciado por el mundo padelero, sigue en la lucha, en otra temporada. Con varias operaciones que transformaron su rodilla en algo difícil de mirar, vuelve a intentarlo. Otra vez.
Yo entiendo perfectamente a los que piensan que él debería ya estar dedicándose a otra cosa para preservar así, intacta en nuestro recuerdo, la imagen de nº1 que de él tenemos. Es una opción, sí. Pero no es lo que va a suceder.
Volviendo al pasado, María Elena Walsh escribió apenas un año después del golpe militar en la Argentina una canción que es una fábula en sí misma, una metáfora de lucha, de superación, de resistencia y, como queda bien decir ahora, de resiliencia. Lindo palabro, que sería algo así como tener una resistencia adaptable a diferentes adversidades. Creo que la letra se ajusta perfectamente a los últimos años de JMD:
Tantas veces me mataron
Tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí
Resucitando
Gracias doy a la desgracia
Y a la mano con puñal
Porque me mató tan mal
Y seguí cantando...
¿Pero es que JMD piensa volver a intentar recuperar su ranking? Vamos a ver, será cabeza dura pero no estúpido. Y además tiene su edad y por lo tanto suficiente criterio. Por otra parte él no va a volver, sino que va a seguir. El ranking es importante, pero secundario. No tiene nada que demostrar pero sí unas cuantas cosas para seguir mostrando. El público lo agradece. Seguirá siendo un rival peligroso, un animal competitivo como pocos, un grano en el c… para más de uno y más de dos. Pero por sobre todas las cosas hará lo que quiere hacer, que no es poco.
Su físico ahora lo acompaña, ha mejorado incluso la técnica de algún golpe como para reemplazar algo de potencia pretérita, ha tenido y tiene compañeros y patrocinios que confían y creen en él. Alcanza y sobra para seguir.
Si alguien lo quiere tomar como ejemplo, bien. Quedará perfecto en el powerpoint sobre motivación para hacer teamwork, mostrar el rumbo a los despistados, y ya de paso pueden poner a Mercedes Sosa interpretando Como la Cigarra de fondo.
Si alguien no lo quiere tomar como ejemplo, bien también. Quedará perfecto en el powerpoint sobre cómo debe asumirse la veteranía y entender la vida de otra manera a la que él la entiende. En este caso El Otoño de Vivaldi quedaría bien y acompañado de algún antidepresivo de algún laboratorio patrocinador en el welcome-pack de la presentación.
Piensen y hagan lo que quieran. Pero piénsenlo y háganlo. Como JMD.
Y ya que escribo sobre música y letras, mientras pensamos si JMD debe hacer una cosa o la otra, miremos el final de la película Joker con la canción That’s Life! sonando de fondo cantada por Sinatra. Esa sí que también es una letra sobre levantarse y seguir. Motivación pura aunque al final a todos, sin excepción, siempre nos espera lo mismo. No se olviden de esto, esfuércense para disfrutar de la vida y sean felices, si pueden. Como JMD.
ME
26 de junio de 2021
El Campeonato de Spain de Pádel
El siguiente diálogo es ridículo y poco probable:
— ¡Insisto en que quiero jugar en el equipo de los casados!
— Pero usted es soltero.
— ¡Los voy a denunciar por discriminación!
Este otro diálogo es más ridículo todavía y por lo tanto menos factible:
— ¡Insisto en que quiero jugar en el equipo de los rubios!
— Pero usted es calvo.
— Pero era rubio, tengo fotos.
— ¿Pero si usted ya juega habitualmente en el equipo de los calvos?
— Sí, y ya estoy apuntado ahí, pero quiero jugar también aquí, con los rubios.
— Pero eso no es posible.
— Sí, mi abogado dice que sí, porque de lo contrario me estarían discriminando.
— ¿Pero no le parece que eso no tiene mucho sentido y que tergiversa el espíritu de la competición?
— ¡Claro que no tiene sentido! Pero es lo que me conviene a mí.
Durante 2020 se jugó el Campeonato de España en el WiZink de Madrid, con una cantidad de premios impensada para esta prueba y una organización que hizo que el WPT mirara de reojo, según dicen algunos. Ante esto, aplauso de pie a los responsables, crédito a la FEP, monumento a los que pusieron la pasta y genuflexión para orar por que se repita muchas veces.
En esa edición, una vez más, se presentó la polémica de las nacionalidades porque existe la posibilidad —alta— de que incluso alguien no nacido en España o, más aún, sin la nacionalidad española resultara... Campeón de España. Tan alta es esa posibilidad que ya se ha dado el caso, varias veces. Es interesante tener un campeón nacional made in otro lado.
En estos momentos en los que parece que tenemos algunos faros morales que quieren orientar en alguna dirección específica nuestras opiniones libres precisamente para que dejen de serlo, o que hay temas que políticamente deben tratarse de manera correcta, justo esta espina está bien clavada y parece que hablar de ello es situarse en algún extremo. O, peor aún, si uno no se decantara podría ser acusado de bastardo equidistante. ¿Y si existiera la posibilidad de analizar el asunto tranquilamente?
Hace un tiempo leí una frase de Paul Auster que, para mí, da en la diana:
«El fútbol es un milagro que permitió a Europa odiarse sin destruirse».
En un mundo globalizado que no deja indiferente a nadie el deporte es probablemente uno de los últimos reductos que nos quedan para defender simbólicamente a «nuestra gente» de los «enemigos» llevando orgullosos nuestra bandera y nuestros signos, haciéndolos prevalecer sobre los de los demás, y demostrando que dejamos todo en el campo de batalla, batiendo al enemigo o siendo estoicamente sometido por el vil invasor. Y después de eso, cuando se disipa el humo de los fuegos, unas buenas cervezas con los adversarios en el tercer tiempo intercambiando camisetas, anécdotas y otras mentiras, cuentas de Instagram y demás. Yo no veo ninguna razón de peso para alterar esto. Pero lo estamos haciendo.
Cuando yo me mudé de Argentina a España y poco tiempo después comencé a trabajar en la Federación Española lógicamente lo primero que tuve que hacer fue estudiar el terreno. Y eso incluye absolutamente todo lo concerniente al deporte en general y al pádel en particular. Todo. Porque el CV que yo traía, en todo caso, me sirvió para que me ofrecieran el trabajo. No me aseguraba hacerlo bien. Y les voy a dar un ejemplo contundente relacionado con el Campeonato de España, precisamente. Por aquel entonces me desayuné con la novedad de que un torneo no es lo mismo que un campeonato. Y eso que yo había jugado cientos de torneos.
En Argentina no existen los campeonatos como en España. Y menos en el pádel. En Argentina se hacen torneos, o como se les quiera llamar. Y en España se hacen campeonatos y también se hacen torneos (o como se les quiera llamar). La diferencia es muy clara en el deporte español pero ignorada por la gente del pádel en Argentina (y quizás en otros países). ¿Y cuál es esa diferencia? Que los campeonatos españoles tienen unas características muy particulares porque fueron concebidos justamente para cumplir con unos objetivos específicos. Una de esas características únicas es que se celebra solamente una vez al año. Derivada de ésta, tienen el objetivo de otorgar a alguien el título de Campeón de España de ese año en particular. Y ese título tiene ventajas muy buenas para los deportistas españoles: becas, subvenciones, la consideración de Deportistas de Alto Nivel —de alcance nacional—o de Alto Rendimiento —de alcance autonómico—, facilidades en las plazas de acceso a estudios o funcionariado, según los casos. No es poco. Ahora bien, supongan que ese aspirante se topa en su camino a la gloria con el mejor del mundo en su deporte, que vive en España disfrutando de todos los derechos que le otorga, por ejemplo, su nacionalidad italiana, o su residencia legal en España, sencillamente. Y además están los nacionalizados españoles (con doble nacionalidad), faltaría más, que en algún caso semanas después de aprovechar su nacionalidad española cambian de rol y juegan en contra de España en una competición internacional. Sí, se puede hacer eso.
El Reglamento de la Federación Internacional establece claramente que un deportista no puede representar a dos países diferentes en competiciones sucesivas. Ante un posible cambio de nacionalidad, deberá esperar un periodo mínimo de equis años entre las competiciones en las que fuera a vestir diferentes equipaciones. Como en cualquier deporte, más o menos. Y esto es así y creo que está bien porque es normal en este mundo nacer y amar una nacionalidad pero a lo largo de la vida mudarse y abrazar también con el mismo cariño a otro país y otra nacionalidad. Pero claro, esas competiciones que menciona el reglamento para condicionar la camiseta que uno se ponga deben ser internacionales (Mundiales, Europeos, etc.). El Reglamento no incluye en los supuestos una competición interna de un miembro asociado, como el Campeonato de España en este caso. Antes sí lo mencionaba. Pero es que el Campeonato de España es una competición, como dije, con un fundamento restrictivo en cuanto a nacionalidades porque busca coronar al mejor español, y no al mejor de los que viven legalmente en España. Dirá alguien: «¡Pero qué barbaridad! Afirmar eso es xenofobia». «¡Pero qué pelotudez!», contestaré yo. «Pelotudo vos», dirá otro, y así siguiendo. Por eso digo que es mejor analizar. Sin calentarnos.
Nací en Argentina y por mis ancestros tengo doble nacionalidad. Conozco y aprovecho las ventajas que esto conlleva y como decidí vivir en España —y tengo espíritu de deportista— acepto todas las normas y las respeto. Pero aprendí a distinguir entre los derechos civiles que me asisten derivados del convenio de nacionalidades (mis antepasados españoles en su momento también se beneficiaron en Argentina) y aquello que va en contra de mis principios y de mi sentido común. Sinceramente no veo discriminación alguna si, por ejemplo, un italiano residente en España —y viceversa— no puede jugar una única competición en todo un año porque esa competición tiene una tradición, una filosofía detrás. Y además unos objetivos administrativos incluso. Podrá jugar TODO lo demás que se le ofrezca, que es mucho y muy variado. La discriminación por nacionalidad es primordial en el deporte y convertir algunas de esas pocas competiciones en open no creo que tenga sentido. Sería absurdo, ilegal, inmoral, etcétera prohibir que cualquier jugador legalmente apto pueda competir en cualquier torneo normal por cuestiones de nacionalidad, o por lo que sea. Pero es que el Campeonato de España no es una competición normal, insisto. Por definición, no es para cualquiera.
Si alguien dijera que el sistema de competiciones en España es muy restrictivo, incluso excesivamente conservador, entonces sería cuestionable y por lo tanto indefendible para mí. Pero hay torneos para tirar al aire en los que cualquiera puede jugar. Menos uno.
En otros deportes a este problema del Campeonato de España lo han medio solucionado dejando participar a todo el mundo pero colgándole la medalla al primero de los españoles que cruce la meta. Y algún iluminado creyó que era la solución perfecta incluso para deportes de simple eliminación como el nuestro, donde a la meta llega sólo una pareja. No es lo mismo que te toque el cuco en primera ronda que en semis, ¿no? ¿Y a quién le colgamos la medalla entonces, al que ya no tiene ni cabeza ni cuello donde colgarla o al que tuvo suerte en el sorteo?
Yo creo que el problema es que el pádel profesional sigue enfrascado en España. Cuando se internacionalice más, y en eso está el pádel, pasarán dos cosas. En primer lugar, habrá menos trotamundos padelistas radicados en países «ajenos». No se solucionará el problema, pero se atenuará. Y en segundo lugar, muchos de los países representados en la Asamblea de la FIP tendrán algún problema similar y le verán las orejas al lobo. Será entonces cuando los herederos de aquellos genios que en 2014 tumbaron la solución más plausible la reincorporen a la Normativa. En aquella asamblea durante el Mundial de 2014 se eliminó de la Normativa FIP —por abrumadora mayoría en contra de España— un artículo que ampliaba la opción de nacionalidad a los campeonatos nacionales de los miembros asociados. Es decir, que obligaba a cualquier deportista con la ventaja de la doble nacionalidad a escoger libremente la que quisiera, pero sólo una de ellas, con la condición de mantenerla después tanto en los Mundiales o Europeos —igual que ahora— como en las pruebas únicas nacionales, o sea en los campeonatos. ¿Tan vejatorio era esto que quitaron? Yo recalcularía, como hace el GPS.
Hay quienes sostienen que hacer los Campeonatos de España abiertos es necesario porque los profesionales viven de eso y les estaríamos coartando sus posibilidades de trabajo, algo en lo que lógicamente la legislación los ampara. Y este es quizás el argumento de mayor peso a favor de hacerlo. De hecho yo no veo ningún otro, la verdad. Y acá es donde hay que ponerse a hilar fino y, con paciencia y con saliva, ir desgranando el asunto en cada uno de sus matrices y argumentar a favor y en contra, porque hay para todos los gustos.
Mi opinión es que el Campeonato de España open o Campeonato de Spain, así como está ahora, no tiene sentido. Al menos no el que siempre tuvo. Habría que olvidarse de él y transformarlo en un torneo más quizás, o… seguir analizando en busca de alternativas. Pero me parece que mientras lo relacionemos con un tema ideológico —desde la esquina que sea— y no meramente deportivo, estaremos orinando fuera.
Se gana mucho conservando y promoviendo los campeonatos nacionales en los diferentes países y se gana muy poco convirtiéndolos en torneos abiertos.
Tengo doble nacionalidad y soy calvo. Pero sé perfectamente en los equipos en los que debería jugar (si me llamaran, claro).
M.E.
31 de marzo de 2021
¿Vas a empezar a jugar al pádel? ¿En serio?
Si te gusta el pádel, como diría McEnroe, «you can’t be serious!». Es un cuasi-deporte en el que cuatro aspirantes a deportistas con sobrepeso, ibuprofenados, con intenso olor a crema muscular, rodilleras y/o coderas, se ponen a darle a la bola hacia arriba tirando globos hasta que se aburren y terminan en el bar. Una modalidad frankenstein híbrida entre el tenis y algunas otras actividades de dudosa calidad, que ni siquiera es olímpica, tiene poca historia y encima está demostrando que es masivamente practicada por mujeres. Por favor, no me hagas reir que se me aflojan los puntos, diría la criatura (de Frankenstein).
El padelista normal es un sedentario vitalicio que al no haber hecho nunca deporte, salvo la meada a distancia, entra al campo y se desenvuelve como si su cuerpo lo controlara alguien desde fuera con un joystick. El padelista, además, se cree hábil en la primera doble pared que resuelve, algo que puede suceder incluso en el segundo o tercer partido. Ahí se agranda e inmediatamente intenta resolver una jugada de contra-pared y se rompe la cabeza con la pala o se calza el rebote de la bola en la frente. O se hace el pro en la red y revienta la bola con un remate con el que también se revienta la espinilla con la pala por no coordinar bien la terminación del golpe. Y encima el rival se la gana. No porque el rival haya perseguido la bola, algo impensado para gente que usa el cuerpo sólo como envase del cerebro, sino porque la bola después de rebotar dos veces no sé dónde, le volvió al centro de su pala. De puro culo. Y al final de esta seguidilla de desastres todos se ríen. Pero, ¡¿de qué se ríen?! Cuando yo jugaba al tenis, por ejemplo, no eras hábil, lo que se dice hábil, hasta que no habías hecho una buena willy sin aplastarte un testículo (que es lo que yo tengo; en el caso de las chicas el problema podía ser mas grave,... o no).
No es serio tampoco, por ejemplo, que este intento de deporte en algunos lados sea controlado por una federación específica de pádel y en otros por la federación de tenis. ¡Pónganse de acuerdo muchachos! ¿O me van a decir que el futuro del pádel es tan prometedor que incluso ha despertado el interés de organizaciones más allá del jueguito este de las paredes? Por favor, otra vez.
Otro despropósito: la raqueta. Ni sus practicantes se ponen de acuerdo en el nombre: raqueta, pala, paleta. Debería venderse en jugueterías y no en tiendas deportivas. Al impactar la bola, la distancia a la mano es tan poca que casi podemos golpearnos los dedos. Algunos técnicos dicen que eso es una ventaja porque hace que el aficionado tenga mayores probabilidades de éxito al darle a la bola. Claro, un deporte de bajo nivel. No me caben dudas de que cualquier pareja de tenistas profesionales, con una pala en la mano, serían capaces de meterse en una pista de pádel y ganarle fácilmente a los padelistas top del momento.
Escuché por ahí que muchos ex-deportistas de otras disciplinas están locos por el pádel. Será por los golpes que se han dado en la cabeza practicando sus deportes anteriores. ¿Qué van a buscar a esa jaula de 20 por 10 metros? ¿Diversión? Además, no es un deporte individual ni es un deporte de equipos. En el primer caso al menos se podría utilizar para promover y entrenar los valores innegables que tiene el individualismo en nuestra sociedad hoy en día, una fuente de innumerables virtudes que nuestros hijos aprecian, por ejemplo, mirando vídeos en redes sociales y emulando a los youtubers y tiktokers. Y al no ser un deporte de equipos queda descartado también como promotor de valores esenciales que se manifiestan en todos los órdenes de la vida: reuniones familiares, comunidades de vecinos, gobiernos de coalición, etcétera. Fíjense que al ser un juego de parejas podría asimilarse al matrimonio como un equipo integrado por dos que debería funcionar a la perfección para conseguir los mejores resultados… a lo largo del tiempo… con paciencia e ilusión. Mejor no profundizar, ¿no?
Como si todo esto fuera poco, es un deporte latino. Sí, latino. Inventado en México y que enloqueció después a argentinos y a españoles. O sea, tercermundista. Cero glamour, sin etiqueta y con expresiones como bandeja, chiquita, viborita. ¿Se imaginan a un Englishman diciendo “did you like my chiquita?” o “I’ll show you my viborita!”? Yo no.
Y no hablemos de las edades promedio. ¿Juegan más adultos que niños? A ver, ¿dónde se ha visto eso? Lo único que falta es que el patrocinador principal sea una cerveza. ¿Pádel?, no me jodas. God DAMM it!
ME
23 de julio de 2021
Pádel se escribe con eñe. De momento.
Lo del paddle es muy curioso. Sí, el que se escribe con dos des antes de la ele. Ese es el deporte que dio origen al nombre del nuestro. Primero se lo tomamos prestado —o se lo robamos, no sé qué diría Corcuera al respecto— y después lo españolizamos como pádel justo a tiempo mientras nuestro deporte es dominado por países de habla hispana. Por cierto, ¿hasta cuándo seguiremos los de la «ñ» manteniendo el control? Creo que estamos haciendo grandes esfuerzos por perderlo, pero eso ya es tema de otro artículo.
¿Y por qué es curioso lo del paddle? Porque siendo un deporte mucho más antiguo que el nuestro —aproximadamente se creó en 1900— ha claudicado hace no mucho y se ha rebautizado. Ahora se llama Pop Tennis, por tenis popular. Este deporte que se juega en EEUU aparentemente tuvo una serie de conflictos internos —nosotros jamás caeríamos en eso, ¿no?— incluyendo dos versiones de reglas. Pero la verdadera razón que los llevó al cambio en su denominación, esgrimida por ellos, es la confusión que se creaba con los nombres dada la cantidad de disciplinas similares que se estaban jugando. Supongo que «nuestro pádel» tendrá un porcentaje alto en esa culpa. Pero supongo también que más que la cantidad de nombres el problema potencial era el impulso que justamente el pádel estaba tomando internacionalmente. Eso jugaría en contra del paddle tennis seguramente, si quería seguir llamándose así y a la vez pretendía internacionalizarse también. Por lo que en 2014 se refundaron con rebranding incluido. Bien por ellos.
Por nuestra parte también fuimos inestables con el nombre. Recuerdo que cuando yo empecé a jugarlo en Argentina se llamaba «Paddle Tenis Argentino», nombre que duró muy poco y rápidamente yo ya estaba jugando al paddle (sí, con la palabra inglesa todavía). Y esa doble de antes de la ele se usó durante no pocos años en Argentina y en otros países. Hasta que en 2005 la Real Academia Española mencionó en su Diccionario Panhispánico de Dudas el término pádel. Porque era el que ya se usaba en España para nuestro deporte. Y después, en la 23ª edición —la vigente desde 2014 hasta hoy— lo incluyó en su listado de términos. Pero mucho antes, el grupo de trabajo original de padelistas españoles que después originaría la Federación Española también jugó con el nombre. Como tenían que registrar su organización y el pádel no estaba reconocido administrativamente, usaron la sigla P.A.D.E.L: “promoción de actividades deportivas, educativas y lúdicas”. Bien por ellos también.
Pero a mí hay algo que me parece más curioso todavía. En general, a los deportes cuyo nombre se origina en un término inglés y después se los practica en países con otra lengua, o se les respeta el nombre literalmente (squash), o se los «nacionaliza» (fútbol o, en nuestro caso, pádel). Pero lo que al menos yo no había visto hasta ahora es que el término ya españolizado fuera después asumido por sus «dueños originales». La Federación de Tenis de Gran Bretaña (LTA), por ejemplo, es la que ahora rige los destinos del pádel allí y su sección para nuestro deporte se llama Padel y no Paddle. Antes esa gestión la llevaba otra organización que se llamaba British Padel. Supongo que meterle la tilde ya hubiese sido too much, ¿no?
Pero ahí no queda la cosa. Federación irlandesa: Padel Federation of Ireland; y lo mismo con Australia, EEUU, Canadá. Obviamente ya es una imposición que aceptan todos los países, incluso los que ya estaban en este baile antes de la españolización del nombre, pero podría haber sido de otro modo. En Italia, hasta que el control del pádel lo asumió la federación de tenis seguían usando el término paddle, y hay quienes allí todavía lo usan.
Entonces, pádel viene de paddle que significa algo así como un remo corto con una superficie de madera amplia para desplazar el agua o algo que se asemeje a eso, como por ejemplo la pala que usamos para jugar nosotros y otros deportes similares. Pero atención: nosotros españolizamos pero no tradujimos, como sí hizo el baloncesto. De lo contrario tendríamos que habernos llamado simplemente «pala», por ejemplo, o «tenis con pala». Pero no aclaremos, que oscurece. Sigamos como pádel.
En fin, que con el pádel se ha armado un buen lío lingüístico. Imagino dentro de, digamos, cincuenta años a un hipotético presidente angloparlante de la FIP pensando:
—Why didn’t they call it paddle? Should we change it?
Haré todo lo posible pero, según mis cálculos, llegaré muy justo para escuchar cómo se resolvería esta cuestión. Y quizás si llegara a escucharla con la edad que tendré probablemente no la entendería. Pero si me preguntaran, yo seguiría sin cambios. Las tácticas ganadores, dicen, no se tocan.
M.E.
7 de febrero de 2021
El pádel será olímpico cuando lo diga Groucho
Durante el obligado confinamiento de 2020 la mayoría de los técnicos de pádel nos propusimos cambiar la pista por el ordenador para seguir produciendo. Por mi parte, mientras hacía lo que todos, o sea adaptarme, llamé a mi hermano y a Rodri Ovide —con quienes entre otras cosas habíamos promovido juntos el Simposio de Buenos Aires en 2019— para darle cuerpo a algún tipo de formación en línea. Pero un spin-off (como se dice ahora que estamos en la Edad del Netflix) de aquello fue The Padel Project. Lo que pasó es que en esa marea de buenas voluntades aparecieron Marcos del Pilar y Jon García Ariño —fíjense qué par de máquinas— para sumar empuje a algo que en realidad tampoco sabíamos bien de qué iría. De hecho seguimos sin saberlo. Pero mientras nos decidimos y para ir ocupando el tiempo que en realidad no tenemos parimos a Give Me Five! que es una mesa virtual de café donde invitamos a diferentes personalidades con el pádel como excusa. Como guinda, a este pastel se sumó Seba Nerone. Chupate esa mandarina, como se dice en el barrio.
En una de las entrevistas de GM5 charlamos con Luigi Carraro, el presidente de la FIP. Como no podía ser de otro modo el tema del pádel olímpico surgió inmediatamente entre otras cosas porque fue una de las promesas del presidente al asumir. Carraro nos aseguró que el tema estaba avanzado e incluso fue valiente y aventuró una fecha: JJOO de 2024. Supongo que esto fue sin considerar en aquel momento que 2020 y quizás parte de 2021 habrá que tacharlos del calendario, como mínimo.
Yo le insistí en mis reparos porque me parecía que los requisitos para que un deporte ingrese al mundo olímpico están fuera del alcance del pádel actual, nos pongamos como nos pongamos. Sin embargo él explicó que, digamos, es una cuestión bastante más probable de lo que yo pensaba. Ojalá. Carraro me parece un tipo listo.
A mí me gusta pensar que los ideales del olimpismo y el propio movimiento olímpico son cosas muy serias y que precisamente eso hace que sea muy importante trabajar para estar a la altura y ganarse el derecho a formar parte. Y a pesar de todo lo que amo el pádel y del par de granitos de arena que pude haber aportado —sigo trabajando por aportar alguno más— no veo al pádel cumpliendo. Lo siento. Como diría el gran Groucho Marx:
“No quiero pertenecer a un club que acepte gente como yo”
Pero dicho eso, si Carraro avanza avancemos con él todos en fila, a sus órdenes y sincronizados. Porque las ventajas de ser olímpico son múltiples. Las medallas olímpicas parecen tener algún poder mágico que encandila a todo el mundo, y por dar un ejemplo, las subvenciones deportivas en España son incomparables entre los olímpicos y los no-olímpicos. Y lo mismo en muchos otros países y regiones. O sea que los primeros patrocinadores automáticos serían las administraciones públicas. Y el ámbito privado no se quedaría atrás. No es poco. Pero en condiciones normales esto tendría que ser la consecuencia de un trabajo expansivo, coordinado y bien hecho de muchos años. ¿Lo es?
Todos recordarán la imagen de los JJOO de Sydney 2000 en los que un nadador dio lástima y terminó ovacionado porque casi no avanzaba en el agua. Muchos se siguen riendo. ¿Y nosotros, de qué nos reímos? ¿Acaso no tuvimos Campeonatos del Mundo o de Europa en los que algunos representantes de algunos países tuvieron actuaciones semejantes? Y no precisamente hace un siglo. Nosotros también dimos vergüenza hace relativamente poco. Claro que no en los JJOO, menos mal. Y tampoco parece que estemos muy finos en cuanto a estructuras y marco institucional. ¿Qué tal anduvo el último Mundial en Paraguay?
Lo que menos gente sabe es que aparentemente aquel nadador fracasado luchó, mejoró, se transformó en el entrenador nacional de natación de su país (Guinea Ecuatorial) y en una referencia para la juventud de aquellas latitudes. Tiempo y esfuerzo.
Afortunadamente el pádel avanza a mayor velocidad que muchas otras disciplinas, con paso firme en muchos aspectos, y espero que lleguemos pronto al olimpismo. Cuanto antes, mejor. Pero bien vestidos para la ocasión, de gala si fuera posible.
M.E.
27 de enero de 2021
La primera muerte de un padelista lo puede convertir en un Rolling Stone
El premio Nobel de Literatura otorgado al cantautor Bob Dylan en 2016 puede ser discutido pero es innegable que las letras de sus canciones tienen múltiples mensajes de peso. De hecho muchas de ellas fueron primero texto y después lírica. Una de ellas, probablemente la mejor, Like a Rolling Stone, escrita hace ya 55 años dice en su tremendo estribillo:
How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone
La canción habla de una persona que, habiéndolo tenido todo, ahora vive un presente de incertidumbre, sin ningún tipo de esplendor y como una trotamundos sin rumbo ni lugar fijo. “Qué se siente al estar sola, sin hogar, como una completa desconocida y vagando por ahí…”. Más o menos, no soy traductor pero se trata de captar la idea.
El mejor tenista argentino hasta el momento, Guillermo Vilas, dijo una vez en una entrevista que escuché que los deportistas de élite tienen dos muertes. La que nos corresponde a todos, y la primera, que es la que sienten cuando cuando dejan de hacer eso por lo que se les reconoce. Me pareció tan interesante que incluí esta reflexión en mi libro SimpleMente Pádel.
Siempre digo que, hasta ahora, el pádel profesional masculino tuvo tres generaciones más o menos bien definidas. La primera, de la que fui parte, durante el Big Bang del pádel en Argentina. La segunda, cuando los que eran unos chavales en aquel momento se mudaron a España, y se sumaron algunos otros. Y la tercera sería la actual, un mix de padelistas de diverso origen. A falta de que se consolide esta última y surja la cuarta generación yo creo que la segunda fue claramente la mejor en cuanto a la calidad de sus exponentes. Bela, Juan, Gaby, Seba, Cristian y otros que se podrán sentir obviados porque no pondré más nombres para ser breve. La mayoría de ellos o se han retirado hace no mucho o no falta mucho para que lo hagan. ¿Qué es y qué será de sus vidas? Porque a los cuarenta y pocos esto recién empieza.
El deporte en general, en su marco institucional, se preocupa —con más o menos interés según las administraciones— por lo que vayan a hacer sus deportistas de élite cuando se transformen en ciudadanos normales. Esto es porque aquello en lo que son especialistas ya no les servirá para casi nada. Y dentro de ese “casi” entra lo de ser técnico en su propio deporte, para lo cual deberá prepararse, o imagen de alguna marca, algo que no a todos satisfará. Pocas posibilidades más, y no muy buenas, si no se ha hecho nada antes para ampliar el horizonte.
Alguno podrá pensar que si estamos hablando de deportes en los cuales sus ganancias le han permitido asegurarse un futuro, problema solucionado. Vale, pero una jubilación a los 40, por más que sea de oro, no sé yo si es lo ideal. El bolsillo lleno está bien, pero la cabeza ocupada también. Y ya si el bolsillo también es un problema sonará la alarma.
Volviendo al pádel, a los jugadores que van llegando a la última estación de su carrera siempre le surgirán un puñado de preguntas recurrentes. Pero todas relacionadas con el “¿y ahora qué hago?”. Acostumbrados a los aplausos, incluso a las ovaciones, fotos, autógrafos y demás, ¿correrán el riesgo de convertirse en un rolling stone del que habla Dylan?
Hablando de dinero, un tal Charles Kettering fue el inventor que le puso electricidad a las cajas registradoras y también el que dijo una vez que le preocupaba el futuro porque ahí pasaría el resto de su vida. Excelente frase. Los jóvenes padelistas profesionales deberían pensar que hoy mismo ya están construyendo su futuro. Si estudian para tomar después un camino diferente, si se preocupan por cultivar una sana red de contactos que les permita ser útiles trabajando en empresas del sector, si analizan su entorno y aprenden de sus referentes, si aprovechan bien sus tiempos muertos, si leen, si sacan partido a sus viajes, si escogen bien a sus líderes y a sus modelos (“dime con quién andas y te diré quién eres”).
Entre los padelistas de esa generación dorada que hoy están ya buscando el clavo adecuado para colgar su pala hay unos cuantos buenos ejemplos de cómo reconvertirse y sentirse útiles y a gusto. Y en la nueva generación también hay muy buenos ejemplos de gente que ve más allá. Para ellos no es este artículo.
M.E.
19 de enero de 2021
Pádel Gatopardo o el maravilloso mundo de los Ramones
Los que vamos siendo más grandes —como yo— recordamos esa frase de Il Gattopardo:
«Si queremos que todo siga igual, necesitamos que todo cambie».
El circuito WPT de 2020, que fue valiente en un año duro y eso se lo debemos a la gente de Damm, dejó una sensación generalizada de que un pádel nuevo había llegado. Lebrón y Galán habían traído una nueva forma de jugar y de entender el deporte. Fuerza, velocidad y potencia —como únicos recursos— venían a reemplazar al pádel táctico clásico. El cambio fue tan radical que el Master final lo terminó ganando un tal... Bela... otra vez. Siendo además reconocido como MVP. Y en el lado de las chicas, por mencionar a alguien, las buenas de Eli y Patty estuvieron a nada de ser finalistas. ¿Entonces? ¿En qué quedamos?
Está muy claro que en el caso de Galán y Lebrón las cualidades saltan a la vista en cada tiro. Pero limitarlos a que son una par de buenos pegadores, ágiles y con mucho alcance no está bien. Para mí son dos de los mejores globeadores que ha habido este año. Pero claro, eso no entra por los ojos. Además, la volea de revés de Galán o los contragolpes liftaditos de Lebrón son sublimes. Entre otras virtudes. En definitiva, que ahí hay técnica clásica de la buena y típicos globos de padelistas de élite. Y ahora sí, podemos sumar que todo eso lo hacen dos que son unas bestias. Es más o menos como escuchar la clásica canción What a Wonderful World de Louis Armstrong, pero esta vez versionada por los Ramones (¡
No deberíamos confundir estilos de juego con diferentes etapas en el deporte. Claro que el deporte cambia, pero no tanto ni tan rápido. Y menos en el pádel, donde las capacidades físicas no son indicadores exclusivos de nivel de juego. De lo contrario no habría jugadores que a los 40 están casi en los mismos puestos del ranking que cuando tenían 20. Y no fueron ni son pocos.
Que en su momento una pareja como Matías Díaz y Cristian Gutiérrez dejara de usar la australiana no significó un cambio que venía para quedarse. Que Lebrón o Bela cambiaran de lado para adaptarse a sus parejas no creo vaya a marcar el inicio de una nueva era de padelistas multipropósito. Poco duró en el caso de Bela y lo de Lebrón respondió en su momento a una necesidad por falta de opciones. Y tampoco es nada nuevo. Lasaigues, Mieres, Icíar Montes o la actual número 1 Lucía Sainz, entre muchos otros, son ejemplos de que esto ha pasado ya en varios momentos del pádel profesional.
George Foreman dijo que el boxeo es como el jazz: cuanto mejor es, menos gente lo aprecia. Y yo creo que el pádel es un poco así. Tenemos que aprender a admirar tanto un remate como una recuperación desde fuera de la pista, pero al mismo nivel —o tal vez más— a un padelista que limpie una jugada desde una posición difícil con un globo que bote a 30 cm del cristal de fondo de sus rivales.
Con respecto a las recuperaciones fuera de pista, por ejemplo, olvidamos que hasta hace no muchos años las puertas eran más estrechas. Y los cambios en los reglamentos son los que sí aceleran los cambios en el deporte. De ahí que sea tan importante vigilarlos. ¿Es que los actuales padelistas son mucho más ágiles, coordinados y vienen con un GPS integrado y por eso salen mucho más y mejor de la pista a recuperar pelotas? Podría ser. Yo me inclino por pensar que tienen algo más de espacio y por lo tanto menos opciones de romperse el cráneo.
Lebrón y Galán han traído un nuevo estilo, por supuesto. Achican muy rápido, proponen siempre el choque, arriesgan las voleas en potencia, efecto y profundidad, y para colmo tienen mucha envergadura, velocidad y potencia y le prenden fuego al remate. ¿Acaso hay toda una generación de jugadores que haga esto mismo con los mismos resultados? No.
Entonces conviven diferentes estilos y no hay un cambio de paradigma. Es más, en esta generación está Di Nenno que representa una excelente versión del pádel más clásico, o Chingotto que tiene antídotos para todos los tiros de sus rivales (pero no para los de su compañero), o el mismo Tello que parece haber pasado de buen padelista y excelente pegador a excelente y completo padelista de la mano de Gaby Reca, o Tapia que representa el estilo que él quiere cuando él quiere. Y en las chicas la ensalada de estilos es igual de rica.
Leyendo este artículo mis colegas técnicos podrán pensar que lo escribo porque me voy haciendo mayor y caigo en la típica añoranza de tiempos pasados. Otros compañeros pensarán que lo escribe alguien que tiene la suerte de haber visto todas las épocas del pádel. Piensen lo que quieran. Pero piensen. Amigos técnicos no compren todo lo que se dice por ahí. Escuchen y sobre todo lean, eso sí. Pero no compren certezas de ocasión, no llevan a ningún lado. Las dudas movilizan más. Y nos obligan a investigar. I + D.
M.E.
29 de diciembre de 2020
Pasión y gloria en el pádel
Dos mil veinte. Finaliza la temporada de pádel en un año muy extraño y con tres diferentes rankings del WPT —Race, Sorteos y Congelado—. En estas clasificaciones, a diferencia de otras épocas en nuestro deporte, van y vienen los resultados y no se estabilizan las parejas a pesar de que en muchos casos esos resultados no son nada despreciables. ¿Por qué tanta inquietud?
Mi amigo Diego Pezzoni, Director Técnico de la Federación de Pádel del Principado de Asturias y con quien compartimos contenidos de interés referidos a nuestro trabajo, me pasó hace un tiempo unas interesantes declaraciones de Perico Delgado. En ellas aseguraba sentir que se estaba perdiendo el valor del esfuerzo en el deporte porque se estaba cambiando la definición del éxito: básicamente hoy, decía, o se es un número uno o no se es nadie. No vale ser segundo, o tercero, o simplemente hacerlo cada vez mejor. Este es un tema de largo debate en el mundo del deporte, e incluso más allá. Dicen los que saben que hay diferentes visiones según las culturas, pero que lo que se va imponiendo es pensar que solamente hay lugar en el Olimpo para los números uno.
Curiosamente en el tenis, deporte individualista si los hay, llevamos unos gloriosos años disfrutando del Big 3, como algunos llaman al trío Federer-Nadal-Djokovic (hasta hace no mucho Big 4 con Murray). Pobres los otros que han intentado trascender en esta época, ¿no? Tanto es así que el genial tenista argentino Juan Ignacio Chela en uno de sus tuits, en ocasión del retiro de David Ferrer, lo despidió con esta frase:
"Gracias @DavidFerrer87 por defender y representar a los terrícolas durante tantos años contra los avengers."
Más allá de las bromas está claro que el ejemplo del tenis rompe con esa visión del Mejor casi con carácter de Único. Hoy ni siquiera son dos las bestias, como sucedió con Borg-McEnroe, McEnroe-Lendl, Sampras-Agassi y otras sagas. Hoy son 3 y en un momento fueron 4. Seguramente perderán su condición de líderes pero seguramente también nunca dejarán de ser un ejemplo de cómo llegar a ese liderato.
Considerando además que, por definición, en el puesto de número uno no hay espacio para muchos —ni siquiera para pocos—, ¿qué les queda al resto?
Yo creo que un deportista de alto rendimiento debe preparase para tres etapas de su vida. Quizás la más emotiva sea la de alcanzar el número 1. Otra, más racional, más terrenal, más difícil, es la de mantener ese puesto. Finalmente la etapa en la que —casi— todos los deportistas pasarán gran parte de su vida es en la condición de aspirantes. Con aspiraciones de todo tipo, incluida por supuesto la de ser número uno.
Y a partir de lo dicho por Perico Delgado, ¿qué debe hacer un aspirante? Mi opinión tiene bastante que ver con el actual mundo del pádel, especialmente del masculino —aunque las chicas no se quedan atrás en esto de ser impacientes con los proyectos. Después de un extenso reinado son varios los aspirantes que en años recientes calentaron y por lo visto en los venideros calentarán por turnos el trono. Y algunos de ellos pueden ser considerados jóvenes, con todo lo bueno y con todo lo malo. Pero todos deberían reflexionar y comprobar si —lamentablemente— han cambiado ya su pasión por gloria.
El tema central de la banda sonora de la memorable (no dije buena, sino memorable) película Rocky III es la canción “El ojo del tigre”. Va su segunda estrofa:
So many times, it happens too fast / You trade your passion for glory / Don't lose your grip on the dreams of the past / You must fight just to keep them alive
Si cambiamos rápidamente la pasión por la gloria nos alejaremos de nuestros sueños, y deberíamos luchar por mantenerlos vivos. Este es, más o menos, el espíritu que el grupo responsable del tema -Survivor- pretendió darle a su creación. Algo que encajaba perfectamente con el tema de la película, en la que un Balboa algo aburguesado debía retomar su pasión ante un nuevo desafío.
Pero volviendo al pádel y a la vida real. Amigo aspirante al trono: ¿estás dispuesto a levantarte temprano las veces que haga falta, especialmente cuando te cueste mucho? ¿A salir de casa con mucho frío, quizá con niebla e incluso lluvia? ¿A llegar al club cuando no hay nadie y los cristales chorrean agua? ¿A entrenar en cualquier condición, a que la pelota bote mal, a que no te salgan las cosas bien? ¿A soportar el dolor, la angustia, la bronca? ¿A tener paciencia, resignación, y a saber esperar? ¿A aceptar la derrota, muchas derrotas, y a seguir luchando? ¿A renunciar a ciertos aspectos de la vida, a tener unos hábitos diferentes a los de quienes te rodean? ¿A quejarte poco y a esforzarte mucho? ¿A compartir pasión con un compañero, especialmente en las malas? ¿A ser el elegido para reemplazar a otros que dejan el trono pero que nunca abandonaron esa pasión ni la abandonarán? Y así siguiendo.
Amigo aspirante, si dudaste en alguna de las respuestas es que no estás preparado y probablemente nunca lo estés.
A menudo veo padelistas que entre sus logros mencionan sus fichajes para determinadas marcas, o sus partidos de octavos de final de tal o cual torneo importante, o que les han pedido algunos autógrafos o que tienen no sé cuántos followers de no sé qué red social. Esto ni es gloria ni conduce a la gloria. Porque sin pasión no puede haber gloria. E incluso muchos de los actuales grandes padelistas deberían revisar día a día su nivel de pasión, porque los que se van dejaron el listón muy alto.
Y finalmente hay que aceptar que todos podrán tener pasión, pero no habrá gloria para todos. Es ley de vida. Y lo de tener gloria o no sólo se sabrá al final de un camino, largo y duro, de pasión.
M. E.
9 de diciembre de 2020
El 2020 confirma el cambio generacional
Al igual que en los últimos años, he calculado el promedio de edades de los padelistas top ten al finalizar la temporada regular. Gráficamente podemos apreciar lo que está pasando:
En chicas la tendencia sigue siendo a la baja, por lo que más que un cambio de generación se trata de la confirmación de un cambio paulatino con el acceso de nuevas jugadoras a la lucha entre las mejores, como es el caso de Bea González. Este año el promedio de edad es el más bajo de los últimos 9 años, si bien lo es con una diferencia aproximada de apenas un año con respecto a los últimos tres.
Sin embargo en masculino hay una tendencia bastante más pronunciada. De hecho, este año también aquí se ha dado el promedio de edad más bajo si consideramos en este caso los últimos 17 años, que no es poco. Además, con un salto muy pronunciado en los últimos dos años. Evidentemente el ingreso —la consolidación diría yo— de Tello y Chingotto en reemplazo de Maxi Sánchez y de Matías Díaz en la cima es un dato clave.
En chicos seguramente esta tendencia se atenúe en los próximos años a medida que estos jóvenes comiencen a dejar de serlo al mismo tiempo que mantengan sus resultados, algo que es esperable considerando la solidez y regularidad que están demostrando Galán, Lebrón, Tapia, Tello y Chingotto, especialmente.
En chicas creo que se estabilizará la edad promedio o podría subir aunque también suavemente, a la espera de que el circuito femenino —y todo lo que lo rodea— siga desarrollándose para promover una mayor base de jugadoras aspirantes a desafiar a las actuales líderes.
Y ya saliendo del ámbito de los fríos números y pasando al terreno de los sueños insisto, como el año pasado, en que estaremos mucho mejor cuando aparezcan más banderas diferentes representadas en estos puestos de privilegio. Al tiempo.
M. E.
23 de noviembre de 2020
Is padel a sport for frustrated tennis players?
by Martín Echegaray
martin@proelis.net
@EchegarayM
The question is clear and if we could not qualify it, that is, if we treated it as a closed-ended question (yes / no), in my opinion the answer would then clearly be a yes.
Throughout my life with padel I have heard this question many times, although usually as a strong statement: padel is a sport for frustrated tennis players. Even a journalist once asked me for my opinion about it. The truth is that, I regret to say it for my padel colleagues, I agree with this question. Moreover, I am a witness case.
But deepening a little in the analysis -and justifying myself- perhaps my colleagues will forgive me. Even maybe someone shares my vision. In the first place, we should define well what we call a frustrated tennis player. Let's say it's about who has not reached high rankings (ATP or WTA). The problem, in this case, is that then the sport with the most frustrated tennis players will be the tennis itself, in which those tennis players will continue to insist, either for pure pleasure or because they are coaches and it is their job, and they will continue competing from time to time.
Will it be so bad for a sport to be something like a "deposit" of frustrated athletes in other modalities? Because to tell the truth in padel we not only have frustrated tennis players like me but all kinds of people who did not arrive -or maybe they did- to what they wanted in another sport. And there are also those who are aiming for a bombing and not for that reason they should be labelled chronically frustrated. There are even people who seem to be frustrated at birth, and padel will at least serve to change their faces circumstantially.
In any case, I think it's a great advantage -for padel- to be a physical activity in which people of such different conditions find their moment of glory, fun, or whatever. The truth is that in my childhood, and like many people, I wanted to be an astronaut, and humbly I do not think that neither NASA nor the European Space Agency has lost anything without me, or that for that they should blame tennis -my first preference - to have missed out on some potential Neil Armstrong. And therefore I also believe that tennis - or rather tennis players - should not put the blame on padel for similar reasons.
If I already was a frustrated tennis player when I opted to try padel, I would have done a disservice to tennis by continuing to dishonour him. But speaking more seriously, it is true that padel has certain advantages of ease in terms of its practice, which is remarkable for a racquet sport, and this can cause many people to prefer it to tennis. But I repeat, as far as your practice. Because the 'white sport' has multiple virtues that we padel players probably never enjoy. But no worries.
You guys: who do you want more, Dad or Mom? Do you prefer tennis or padel? I think that the first question, as a crude example, is ridiculous; and the second, unnecessary. My answer to both is: 'both', or in the second case, perhaps, 'it depends'.
As a final conclusion, all those who wish to have fun are welcome to padel. No special abilities are needed, although if you have any, it will be useful. And if you bring with you certain frustrations, in this sport we will accept them and assure you that, in the worst case, they will not increase. Because if you were frustrated with padel, it would become a case study, and I recommend that you consider having it seen by a professional.
M.E.
18 de noviembre de 2020
El pádel, la paja y el trigo
Separar la paja del trigo significa distinguir entre lo útil y lo que no lo es.
Haber vivido muchos años de y por el pádel me permitió distinguir entre ambas cosas -paja y trigo- especialmente en los últimos años en los que una avalancha de información nos llegaba, relacionada con la internacionalización del pádel.
Hace no muchos años, medidos en función del desarrollo normal de un deporte, y al igual que ahora, había muchos titulares afirmando que el pádel se jugaba en muchos lugares diferentes del planeta y también había un optimismo generalizado. Pero eso, en aquel entonces, era paja. Ahora es trigo.
Tantas veces y durante tantos años escuché que el pádel ya se jugaba habitualmente en tantísimos lugares muy esperanzadores como tantas veces comprobé que no eran informaciones verídicas sino interpretaciones benévolas de gente que deseaba creerse sus propias verdades a medias. Esto me convirtió en un escéptico que empezó a poner filtro a todas esas novedades. Ver para creer.
Pero ahora la cosa cambió. Varios indicadores clave certifican que el pádel es una realidad en muchos lugares muy diferentes entre sí, y que además promete en muchos otros. Venta de palas y montaje de pistas son dos variables irrefutables. La demanda de profesionales y servicios es otra. Para mí son suficientes. Antes teníamos el entusiasmo pero no los datos. Ahora podemos dejarnos entusiasmar por lo datos.
¿Pero qué cambió? ¿Antes lo hicimos mal y ahora bien? ¿Antes no teníamos dinero y ahora sí? ¿La televisión? Habrá teorías para todos los gustos. La mía se reduce a una palabra clave: tiempo. Ha pasado el tiempo y no existe ningún deporte que en pocos años se haya hecho masivo al mismo tiempo en muchos lugares. El pádel no era una moda. Teníamos que esperar, simplemente. Claro que hacer las cosas bien y contar con la gente adecuada en los puestos adecuados manejando programas adecuados siempre ayuda y genera atajos. Pero nunca se puede obviar el tiempo de maduración que requiere que un buen proyecto crezca con bases sólidas. Pensar lo contrario, y actuar desesperadamente en consecuencia, es fomentar la paja. Con todo respeto.
M.E.
16 de noviembre de 2020
Bannister, los cuartos de final del WPT Open Alicante 2019 y Obama
El año pasado falleció el neurólogo Roger Bannister, cuyo ejemplo muchos entrenadores en algún momento utilizamos como herramienta de motivación. Lo que hizo famoso a Bannister no fue el mundo de la medicina sino el del atletismo.
En 1954 fue el primer ser humano en correr una milla en menos de 4 minutos. Por aquel entonces los supuestos entendidos en la materia sostenían que eso era imposible de lograr, agregando en algunos casos serias advertencias para la salud de aquellos que lo intentaran. En realidad, visto a la distancia, ¿por qué un número “redondo” iba a ser el límite? Y ¿por qué si el récord hasta ese momento estaba aproximadamente a un segundo de esa marca se afirmaba que sería imposible rebasarla?
Aquel año Bannister supero en un par de segundos la marca anterior y, de paso, rompió ese mito. Y si bien es una anécdota curiosa, el verdadero valor lo aportó algunos meses después. Porque casi inmediatamente después de Bannister, fueron varios los que pusieron su marca por debajo de los 4 minutos, con repetición de Bannister incluida.
¿Y por qué se trata de un ejemplo que motiva? Porque esa pretendida barrera no era fisiológica o física como se sostenía, sino mental. Y cuando alguien logra superarla, entonces el mito se comienza a desvanecer y van proliferando los candidatos. Quizás algo similar haya pasado en las dos primeras rondas del WPT Open'19 de Alicante, en el cuadro masculino. De las ocho primeras parejas (los preclasificados), solamente tres accedieron a los cuartos de final (las parejas 2, 3 y 5). Esto es algo inédito y podría responder a un patrón similar al de Bannister, pero concentrado en el tiempo. Es verdad que en el pádel actual el nivel es parejo y habitualmente decimos que “cualquiera puede ganarle a cualquiera”. Pero si esto fuera tan cierto ¿por qué este tipo de resultados no son tan habituales y se dieron tantos en la misma prueba, algo que nunca había pasado? Seguramente esto tenga que ver con que nuestra mente en ocasiones necesita ejemplos, gente precursora que haya vencido obstáculos que nosotros vimos como infranqueables, ya sea por experiencias previas o por prejuicios adquiridos. Y una vez que vemos que aquello que parecía imposible -o muy improbable- alguien lo ha transformado en un hecho posible, desaparecen nuestras barreras mentales.
Seguramente el Circuito y los resultados se volverán a estabilizar, quizás con algunos cambios en las posiciones de la clasificación, porque este tipo de competiciones premian la regularidad. Pero es un gran dato que el statu quo se vea sacudido por acontecimientos de este tipo. Como dice Pablo Iglesias, “¡Sí se puede!”, aunque antes Obama ya había dicho “Yes, we can!”. Y en ambos casos usaron la frase pronunciada por otros que, como en el caso de Bannister, la gritaron antes.
M. E.
30 punto 2: ¿una nueva generación?
Desde hace muchos años llevo algunas estadísticas relacionadas con la evolución del deporte. A comienzos de este año -marzo de 2019- publiqué un tuit en el que graficaba la evolución de los diez mejores jugadores del ranking masculino a finales de cada temporada durante los últimos 15 años hasta ese momento.
Claramente la tendencia siempre fue ascendente, con algún retroceso menor. Esto fue un indicador de -entre otras cosas- una camada de jugadores de élite que se apoderó de los primeros puestos del ranking. De hecho las variaciones del promedio año tras año fueron bastante menores, sin que esa brecha superase el año de diferencia, precisamente a medida que iban pasando los años para esos jugadores, más o menos. O sea que fue un incremento lógico, al ir “envejeciendo” esa camada.
Sin embargo, en los últimos tres años esa diferencia se fue acrecentando, y los saltos se fueron marcando cada vez más. Evidentemente en 2018 la vuelta al top ten de Juan Martín Díaz con 43 años tuvo un efecto claro en el promedio de edades junto con la presencia de Lamperti y Mieres. Pero ya sin este trío entre los diez mejores de 2019 la edad promedio ha caído hasta los 30,2 años.
Y por otra parte la irrupción de Lebrón y Tapia ha servido para llevar este promedio a ser el segundo menor de los últimos 15 años, solamente superado por el promedio de 2005, que fue de 30 años, y cuyo ranking final fue el siguiente:
- 1) Belasteguín
- 2) Díaz JM
- 3) Nerone
- 4) Reca
- 5) Auguste
- 6) Gutiérrez
- 7) Lahoz
- 8) Jardim
- 9) Losada
- 10) Mieres
Esa gráfica de la evolución del promedio de edades del top ten, entonces, nos está indicando que viene una nueva generación. Teniendo en cuenta además que el promedio de edades de los jugadores entre las posiciones 11 y 20 también es coherente con esta tendencia (30,1 años). Otro factor interesante y que seguramente contribuye a este recambio es la diferencia de edades entre los integrantes de las parejas top. Tomando a las 5 primeras parejas esas diferencias son:
- 1) Navarro – Lebrón: 6 años
- 2) Gutiérrez - Sánchez: 2 años
- 3) Lima – Galán: 10 años
- 4) Belasteguín – Tapia: 20 años
- 5) Díaz – Stupaczuk: 18 años
Claramente en la élite, en la cúspide, han ganado quienes apostaron por una combinación de experiencia y juventud. Algo de lo que quizá otros deberían tomar buena nota.
En las chicas
Curiosamente también se da hacia final de año en 2019 que las cinco primeras parejas presentan significativas diferencias en sus edades:
- 1) Marrero – Ortega: 14 años
- 2) Salazar – Sánchez: 12 años
- 3) Nogueira – Josemaría: 18 años
- 4) Sainz – Triay: 8 años
- 5) Amatriain – Llaguno: 1 año
Y en cuanto a la edad promedio del top ten, estamos en 31 años, algo que aproximadamente se mantuvo estable a lo largo de los últimos 8 años.
Y también en ese rango se encuentra el promedio de las jugadoras entre los puestos 11 y 20 (31,3 años). Sin embargo, y a pesar de este aparente estancamiento en las edades de las jugadoras hay que tener en cuenta que, quizás con una diferencia apreciable con respecto a los hombres, en el pádel femenino de las top 20 hay extremos bastante marcados, por ejemplo entre las edades de Nogueira (41), Navarro (43) o Tenorio (44), y Ortega (22), Sánchez (22), Brea (20) y González (18). Esto indicaría, también en las chicas, una bajada considerable de esas edades promedio de la élite en el corto plazo.
Lo que vendrá
En mi opinión y para finalizar este análisis me queda como incógnita saber si en el corto o medio plazo se incorporarán a estas estadísticas más deportistas no nacidos en Argentina o en España. Sería lo deseable, ya que a día de hoy solamente Nogueira (41 años, Portugal) y Lima (33 años, Brasil) se mantienen en las primeras posiciones.
M.E.
Nota: estas estadísticas son previas al Master WPT 2019