Los adelantados del pádel
En 2002 tuve la suerte y el honor de ser el capitán del equipo masculino argentino en el Campeonato del Mundo de México. Probablemente aquel grupo haya sido el más sólido de la historia en lo que al nivel de sus jugadores se refiere en comparación a todos sus rivales. Recuerdo que antes de la final le pedí a la organización si podíamos guardar un minuto de silencio porque no hacía mucho -en términos de competiciones deportivas oficiales- había fallecido Javier Siro, uno de los mejores jugadores que ha dado la Argentina. Muy joven. Varios de los integrantes de aquella delegación habíamos vivido muchos años de pádel disfrutando de su compañía o sufriéndolo como rival. Ambas cosas en realidad, porque era un fenómeno en ambos roles.
En un momento de su carrera a Sirito le hicieron un reportaje en el que dijo una frase que quedó, al menos para mí, en el recuerdo: “no quiero un pádel gitano”. Si bien esto puede sonar xenófobo, en el contexto en el que Javier lo decía indicaba que lo que él no quería era convertirse en algo así como un nómada del pádel: viajando para siempre. Hay que tener en cuenta que por aquellos momentos, los del reportaje, el pádel argentino estaba todavía en efervescencia. Viajábamos mucho.
Casi veinte años después de aquel minuto de silencio, ese deseo -que se cumplió lamentablemente para él- describe la realidad de muchos de los de su generación. La diáspora de argentinos desparramados por el mundo padelista es increíble y ahora se van sumando españoles. En diferentes pistas, clubes y emprendimientos de todo el mundo lo hispanoargentino destaca. Normalmente ha destacado en lo bueno, aunque no siempre.
Mi trabajo me ha llevado por casi todos los rincones del planeta pádel y resulta inevitable encontrarse con algún argentino o español al mando de algo relacionado con el pádel. En la historia los adelantados eran, más o menos, los que llegaban primero para abrir nuevas rutas o establecer nuevos dominios. Trasladado esto al pádel, nuestros adelantados son aquellos que aceptaron abandonar su entorno para aventurarse hacia otros lugares, y en la mayoría de los casos fueron técnicos, profesores, coaches, monitores, o como se les llame en cada lugar. Porque los jugadores van y juegan, pero vuelven, en general. Pero el técnico «adelantado» es el que decidió seguir ahí cuando se apagó la luz, y siguió ahí cuando se volvió a encender.
Esta red de gente que a menudo no se conocen entre ellos son los que de manera silenciosa han ido construyendo los cimientos de lo que hoy es nuestro deporte. Y seguirán haciéndolo, sumándose además colegas de otros orígenes, precisamente porque ese Matrix del pádel ha funcionado. Ahora el pádel ha roto la inercia y acelera porque son cada vez más los técnicos que se forman y que además se desplazan para satisfacer esa demanda creciente de profesionales que a su vez satisfagan esa sed de pádel que tienen los aficionados que aparecen en masa aquí y allá.
Pero ¿qué es lo que mueve a estas personas? La necesidad, claramente. Pero, ¿cuál de ellas? Porque lo primero que se nos viene a la mente es el aspecto económico. Pero hay muchos que además tienen algo intrínseco que los mueve a aceptar desafíos, a intentar dejar huella, a descubrir nuevos ámbitos. Esto no es para cualquiera. No son pocos los que han estado ya en varios lugares diferentes. A veces porque los han echado de cada uno de ellos, sí. Pero otras tantas, la mayoría, porque han ido sembrando pádel. Contagiándolo.
Conozco a muchos, y me veo tentado a citar a unos cuantos de estos ejemplos, pero prefiero desafiar a que quienes se sientan identificados lo expresen como un comentario a este artículo, al igual que si alguno quisiera rendir tributo a un amigo o conocido que merecería ser mencionado aquí.
Si sabés lo que son las Navidades por Skype, si te lamentaste por no estar allá cuando te necesitaron o por no tenerlos acá cuando los necesitaste, si pasaste la etapa de no ser ya de acá ni de allá, si te volvieron loco con los trámites, si te hiciste amigo de las dudas y de la incertidumbre, entonces sos uno de los adelantados. Probablemente hayas arrastrado con vos a tu pareja o quizás lo hiciste solo. Tal vez hayas formado una nueva famila con alguien de acá y habrá entonces para siempre sillas vacías en las mesas de los domingos de acá y de allá.
Con todos mis respetos al poeta: padelista no hay camino, se hace camino al andar. Al menos yo, padelista adelantado, te lo agradezco. Porque con tus ganas y con tu garra hiciste grande mi deporte.
ME