El pádel y los huevos contra la pared

Hace unos días uno de los mejores técnicos de pádel que conozco, Jon García-Ariño, me pasó un artículo que habla del fenómeno deportivo que se empezaría a verificar a partir del sistema noruego de planificación deportiva. Él me preguntaba si estaba al tanto de este tema porque sabe que colaboro con la Federación Noruega en la formación de técnicos de pádel. La verdad es que mi trabajo con ellos es muy específico en cuanto a la formación de técnicos y no tuvimos —todavía— la oportunidad de debatir seriamente otros aspectos.

Pero el tema de aquel artículo que Jon me envió es muy interesante. Habla, en general, de lo que en España se llama tecnificación y en otros países área de juniors, menores, o similar; es decir el camino desde el inicio de la actividad deportiva en niños hasta el alto rendimiento. El artículo también hace un análisis general de la cuestión pero además incluye una serie de preguntas a Tom Farrey del Aspen Institute, un experto en políticas deportivas, en las que se compara el sistema en los Estados Unidos —y su baja ratio de éxito, proporcionalmente hablando— y el sistema noruego, cuyos resultados parecen indicar que la búsqueda de talentos, hasta ciertas edades, no debe vincularse exclusivamente a los resultados en las competiciones.

Esto último parece obvio, al menos en las conversaciones que yo he mantenido en diferentes épocas y lugares con técnicos de diferentes países y con diferentes formaciones. Sin embargo, poco cambia y los indicadores a la hora de tomar decisiones en lo que hace a planificaciones siguen siendo los mismos en la mayoría de los lugares.

Una curiosidad del sistema noruego que me llamó especialmente la atención, mencionada en ese artículo, es la eliminación de las competiciones nacionales, e incluso regionales, hasta determinadas edades. Algo que ya se hace en algunos lugares de España. A cambio, se promueven competiciones locales. En cierto modo, cuando hace ya más de diez años con el propio Jon y el resto del equipo de la Federación Española, y con la colaboración de algunos otros técnicos y federaciones territoriales rediseñamos el sistema de nacional de competiciones de menores, una de las ideas centrales fue esa: promover competiciones locales. En lugar de que los jugadores viajaran a los torneos, impusimos que los torneos «fueran» hacia los jugadores. Para ello se crearon instancias locales y regionales que permitieran atenuar la fiebre padelística que causaba competiciones nacionales con escasa utilidad para un plan de desarrollo coherente. Obviamente, con muchos matices, pero ese fue uno de los ejes centrales de aquel nuevo sistema que, por cierto, contó con el rechazo de no pocos directivos y técnicos «de gran renombre» que cuando tuvieron vía libre para cambiarlo por otro esquema a su gusto simplemente optaron por continuar con el mismo modelo prácticamente sin cambios significativos. Lo irónico es que nosotros sí lo hubiéramos cambiado porque el plan incluía una segunda etapa en el medio plazo. 

En aquel artículo, el experto preguntado da un buen ejemplo de cómo no debe entenderse la búsqueda de talentos. Y menciona un símil muy gráfico:

«No sirve arrojar constantemente huevos a la pared para quedarse sólo con los que no se rompan porque esos serán los buenos.»

El sistema debe plantearse de otro modo.

Alguna vez leí alguna analogía sobre la educación donde se decía que para cosechar plantas altas basta con ir al campo, mirar hacia el horizonte y ver cuáles destacan por su altura. Pero mejor sería disponer de un suelo bien preparado para que haya muchas plantas altas. La elección sería más difícil, pero incluso errando tendríamos un resultado aceptable.

En lugar de destinar recursos a la búsqueda de talentos es mejor crear las condiciones adecuadas para que surjan. Para mí la competición es muy importante. Desde el inicio. Es parte del proceso. No así el resultado. La competición puede tener mil variantes. Incluso dentro de un mismo deporte como en el pádel. El simple hecho de mejorar las habilidades es una competición contra uno mismo, por dar un ejemplo. Pero someter el proceso a la exclusiva objetividad de los resultados en las competiciones tradicionales es un error. En las primeras etapas de la tecnificación lo importante es el proceso; será en el alto rendimiento cuando lo importante sea el resultado.

Lebrón y Galán, los actuales números 1 indiscutibles del pádel masculino, son un buen ejemplo. Juan Lebrón siempre figuró entre los primeros de su categoría mientras jugaba en menores. Alejandro Galán no. Juan integró la selección española de menores en varias ocasiones. Alejandro nunca estuvo ahí. Sin embargo, hoy nadie discute que Ale sea uno de los mejores padelistas de todos los tiempos. Y lo que le queda. Hay más ejemplos de este tipo de casos. Esto indica que destacar en menores ni siquiera es una condición necesaria, al menos en las categorías más jóvenes.

Dejando de lado, además, que no todos los deportistas se convertirán en profesionales, y no por ello dejarán de ser deportistas. Al menos cualquier plan que pretenda resultados realmente válidos para un deporte en particular y para la sociedad en general debería considerar el objetivo primordial de captar para siempre a los aficionados, independientemente de que solamente unos pocos se conviertan en los máximos exponentes de esas disciplinas. ¿Qué nos hubiésemos perdido si las experiencias de Galán hubiesen sido traumáticas por no lograr tal vez los máximos resultados siendo un pequeño padelista? Mucho hubiese perdido el pádel (al que no le guste ver jugar a Ale debería hacérselo ver por un especialista).

Conozco casos en los que la frustración a edades tempranas jugó un papel definitivo en la vida deportiva de algunos candidatos y candidatas. Pero esto es un tema muy aburrido ya, por reiterativo. Todos estaremos de acuerdo en el diagnóstico. Quizás no en los planes que pretendan responder a ese diagnóstico.

El pádel es un deporte que está en desarrollo en muchos países y, ya que están en fase de desarrollo, deberían aprovechar para establecer sistemas deportivos que contemplen estas ideas, antes de que sea tarde. Incluso deberían hacerlo «osando» diferenciarse de otros deportes que podrían servirles de modelo. En definitiva, y volviendo a la frase del artículo, tenemos que planificar mejor y romper menos huevos.

M.E.